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DIOS Y LOS PODERES DEL MUNDO EN EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 341 porque fuiste degollado y compraste para Dios con tu sangre (hom­ bres) de toda raza, lengua, pueblo y nación y ha hecho para Dios un reino de Sacerdotes y reinan sobre la tierra» (Ap 5, 9). E l primer J inete (Ap 6, 2 ) 26 Uno de los cuatro Vivientes 27 que están alrededor del trono de Dios, grita con voz potente: ¡Ven!28 Esta orden se dirige al jine­ te que monta^ el primer caballo que obedece el mandato al instan­ te. Este hecho se repite cuatro veces en esta sección de los jinetes (Ap 6, 1.3.5.7) y cada vez después del grito se mueve un caballo que tiene en la grupa un caballero. El primer caballo es blanco y su jinete tiene un arco, recibe una corona de victoria y se retira vencedor. ¿Quién es este jinete? Algunos estudiosos y exégetas ha querido identificarlo con Cristo victorioso (Ap 19, llss.), pero cree­ mos que no es así29. Las razones nos parecen poderosas: 26 Este jinete y su significado es uno de los grandes enigmas de este libro. Cf. A. F euillet , «Le premier cavalier de l’Apocalypse», en ZNW^l (1966) 229. TI Los cuatro Vivientes son seres celestes que el Apocalipsis transformó recre­ ando el significado que tenían en el libro de Ezequiel (Ez 1; 10, 2.20) y también en el libro de Isaías (Is 6). De otra parte, el midrás del Salmo 90, los cuatro vivientes o animales que soportan el trono de Dios aparecen cuando Dios crea el mundo. Pirké R. E liézer 4 parafrasea la visión del profeta Ezequiel y precias que los cuatro Que- rubim corresponden a los cuatro puntos cardinales. También sabemos que san Ire- neo ve en los cuatro animales o Vivientes los símbolos de los cuatro evangelios: el hombre representa a san Mateo. El toro es imagen del Evangelio de san Marcos. San Lucas se entreve como un león y san Juan tiene el emblema de un águila. El último libro de la Revelación escrita le concede la impronta de una superioridad sobre los ángeles, cuya función consiste solamente en alabar a Dios y servirlo. 28 El imperativo «ven» en lengua griega se refiere normalmente a una apari­ ción pública y se usa con especial referencia a una epifanía (manifestación) divina. Cada una de las venidas de Dios traen juicio o salvación. En el Apocalipsis se refie­ re siempre a la venida de Dios o de Cristo (Ap 1, 4.7.8; 2, 5.16; 3, 11; 4, 8; 6, 17; 22, 7.12). Aquí, en nuestro pasaje (Ap 6, 1), está asociada con la manifestación de la cólera de Dios. Cf. J. M assingberde F ord , Revelation, New York 1975, 97; H. B. S w ete , Apocalypse o fStJohn. The Greek Text with Introduction, Notes and Indices, London 1907, 85: «El ‘ven’ de los vivientes corresponde al ‘ven’ del Espíritu y la Esposa y del oyente y el escritor del libro». 29 U. V an n i , Note Introduttorie allApocalisse, Roma 1975; I d ., L ’Apocalisse, ermeneutica, esegesi, teología, Dehoniane, Bologna 1988, 52, 42; D. M uñoz L eó n , «La

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