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RAFAEL CASTILLO VELANDIA «Entre sus cualidades psicoculturales merecen destacar: Conciencia y alta estima de su propio grupo étnico, como pueblo diferente de los demás. De ahí arranca una especie de orgullo tribal sano, de superioridad, frente al resto de los grupos por ellos conocidos, incluidos los blancos, celosos de su cultura y de su independencia, pero no racistas... El barí es un enamorado de lo suyo: su gente, su selva, sus tradiciones. Equilibrio psíquico, manifestado en un propio sistema orgá nico de pensar, sentir y actuar en conformidad con este alto con cepto que tienen de sí mismos. Creemos que esto puede explicar el gran sentido comunitario que manifiestan y la reacción violenta subsiguiente contra todo lo que signifique ingerencia en lo que consideran de la comunidad barí: territorio, costumbres, vidas de sus miembros... Sus personas y sus bienes merecen el máximo respeto de los propios y de los extraños. Ánimo de pronta vivacidad, reposado, sereno y tranquilo; pacífico con los suyos y no pendenciero. Amante de la verdad y opuesto a cualquier simulación o mentira y opuesto al hurto. Gran espíritu de intuición y observación, sobre todo con los desconocidos y susceptibles en un primer momento de reaccio nes fuertes contra posturas de extraños no suficientemente clarifi cadas. Al principio manifiestan un espíritu receloso, tímido, tacitur no, desconfiado y reservado, hasta que descubren que sus inter locutores merecen confianza a la que se abren con amplia gene rosidad, alegría y compartiendo todo lo suyo, mostrándose vivos, inteligentes y despiertos. Su simpatía es característica y su sonrisa a flor de labio proverbial, como muestran los mitos sobre sus orí genes. Su respeto, hospitalidad y simpatía comunicativa con los extraños fueron mandatos de su dios tribal. Amantes de la vida que es intangible y que la proclaman con cierta dignidad personal. Con sentido práctico de vivir el día, opuesto a lo que signifique sumisión a la sociedad de consumo, previsión y preocupación excesiva por el futuro. Quieren ser libres, no viviendo prisioneros de nada ni de nadie. Evita en lo posible conflictos con los de su propia raza desde un sentido altamente comunitario, sin inmiscuirse en otras fami lias, respetando la institución familiar e intimidad de la misma.
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