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SAN FRANCISCO DE ASÍS Y EL FRANCISCANISMO EN LA MÚSICA 283 estreno de Rodrigo en el Real. Fui a hablar con Miguel Ángel Coria, entonces gerente de la orquesta, que me envió a tratar el asunto con el entonces director titular de la misma, Odón Alonso. Por cier­ to, ese día estaba allí presente también Antón García Abril. Odón no pareció muy entusiasmado con la idea y me remitió a Enrique García Asensio. Por unas causas o por otras (ninguno de los impli­ cados estaba entusiasmado con el concierto) el proyecto no se llevó a cabo y la Cantata de Rodrigo no se estrenó en 1982, como estaba previsto, sino en 1986, en Londres, bajo la direción de Raymond Calcraft, a quien Rodrigo dedicó luego la obra. La composición lleva la impronta de las obras solemnes al uso, aunque el aparato orques­ tal es muy sencillo y el empleo del coro no va más allá de los reque­ rimientos tradicionales de una obra de estas características. Y ésta fue la impresión que me dio la partitura al copiar las partes indivi­ duales. La composición comienza de modo misterioso y sutil con un solo de flauta que, por sus características melódicas, trasmite una cierta ambientación de lied medieval o lau d e al combinar el perfil modal de una tónica mayor con una sobdominante menor, elimi­ nando al mismo tiempo las sensibles (aparecen a lo largo de la obra muchos combinaciones de acordes de tónica con acordes triádicos sobre el séptimo grado modal, mientras otras veces desciende la melodía con el típico guiño orientalista que manifiesta el modo m i de la música española). Esta melodía de la flauta (acompañada fre­ cuentemente por una trompa en sordina) se despliega hacia una cantilena muy frecuente en la composición, que discurre sobre tona­ lidades diversas y que parafrasea un laude popular sobre el Cántico tomada del manuscrito de Cortona (claramente perceptible en la cuerda de las cifras 11 y 12 de la partitura, como ya hemos visto anteriormente). La melodía de la flauta engarza las diversas seccio­ nes según las distintas alabanzas del texto y sirve de nexo de cohe­ sión en toda la composición. Después de una breve intervención del coro a boca cerrada con acordes triádicos,* comienzan a discurrir las distintas alabanzas. Anque la obra transcurre sin solución de continuidad, se podrían distinguir tres secciones: un primer bloque (Andan te tranqu illo) ocupa toda la primera parte de la partitura y refleja los primerso ver­ sos del poema hasta terminar con la hermana agua (cifras 1-16), que-

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