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274 JOSÉ M. GARCÍA LABORDA año y debe su inspiración más inmediata a una estancia del composi­ tor en Medina de Rioseco, en donde estuvo tocando y escuchando el órgano de 1732 de la iglesia de Santa María. La impresión que le pro­ dujo la audición en este órgano de las Fantasías de fray Thomas de Santa María le llevó a escribir una pieza para ese órgano unida a una acción escénica delante del altar, a la usanza de los primeros dramas medievales. Sin embargo, la idea de escribir algo parecido a este mis­ terio sacro ya le bullía a Soler en la cabeza desde que había visto la película de Roberto Rossellini Francesco, Giullare d i Dio, realizada en 1950. Soler, que es un gran cinèfilo, sacó de la desnuda estampa franciscana, rodada por Rossellini en blanco y negro, algunas ideas para el color y timbre de su partitura, como señala el propio compo­ sitor en la introducción de la misma: «Toda la ob ra está p en sad a , com o escena, dentro d e un co lo r y tinte gris, negro, con contrastes d e azu l y blanco» (Soler asocia el azul con los ojos del Serafín alado que traspasa a san Francisco y le imprime las llagas en lía escena ter­ cera y con los ojos del ángel en la escena cuarta. Precisamente la obra termina con estas palabras: el a zu l es sangre). El simbolismo de esta obra se cruza con el cariz autobiográfico que la composición parece revelar (como sucede con frecuencia en tantas obras del compositor). Es el misterio de una vida dentro del misterio de otra. Los actores de este misterio franciscano se reducen a dos, que no cantan, sino que solamente hablan y dialogan: uno es san Francisco y el otro representa diversos personajes que con él dialogan: el lobo, el ruiseñor, el serafín de los estigmas y el ángel de la muerte del santo. La obra consta de cuatro escenas enmarcadas por sendos Tien­ tos partidos para órgano (siendo el último un ampliación concertis­ tica del primero) que operan a modo de preludio y postludio del misterio, y que también aparecen como interludios en algunas esce­ nas. La primera escena (terminada el 2 de junio de 2000) viene pre­ cedida del Tiento partido y es una reelaboración resumida de la famosa leyenda de san Francisco amasando al feroz lobo de Gubio, tal como la relatan Las F lorecillas en el capítulo XXI: Cómo San Francisco am ansó, p o r virtud divina, un lobo fe r o c ís im o 28. Cuatro 28 San Francisco de Asís. Escritos, Biografías, Documentos de la época, Ed. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1978, p. 838.

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