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248 JOSÉ M. GARCÍA LABORDA res, como lo hizo, por ejemplo, el insigne músico Franz Liszt y han destacado como músicos importantes. En una breve síntesis podemos señalar las principales contribu­ ciones de los franciscanos a la música. L a música en la liturgia franciscana Los franciscanos asumieron, ya desde el siglo x iii , la normativa oficial de la Iglesia, que regulaba la práctica de la misa y del oficio en la curia papal. En los escritos y en las actas de los Capítulos Generales de la Orden se aconseja siempre seguir el orden de la curia romana «secundum ordinem Curiae romanae». Numerosos libros litúrgicos (Antiphonale Romano-Seraphicum, G radúale Roma­ no Seraphicum, etc.) y otros libros de canto, breviarios y libros de plegaria han aparecido para especificar y concretar las fiestas y el oficio propio de los franciscanos. Hay que destacar también la importancia que tuvieron desde el principio las escuelas de música y de formación que surgieron en las principales ciudades europeas (París, Bolonia, Oxford, Cambridge, etc.) para preparar a los cantores en las distintas disciplinas musicales, pres­ tando un interés especial a la música litúrgica y al canto gregoriano. MÚSICOS, TRADISTAS Y COMPOSITORES FRANCISCANOS Aparte de su dedicación a la liturgia los franciscanos se han destacado por su interés por la teoría musical y por la composición de obras sacras. Algunos textos y formas de la música medieval proceden de destacados escritores franciscanos, como Tomás de Celano, primer biógrafo de san Fancisco y presunto autor de la famosa secuencia Die irae; Jacopone da Todi, presunto autor del famoso Stabat Mater, que ha servido de inspiración a tantos compositores. Estos y otros músicos prestaron un importante servicio a la Orden como ilustres músicos y poetas. Puesto que es imposible señalar aquí a todos los frailes que en las distintas ramificaciones de la Orden han dedicado su vida a la música, indicamos los más sobresalientes de cada rama:

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