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EXPERIENCIA EVANGELIZADORA DE LOS CAPUCHINOS.. 203 ca. Ésta fue una realidad constatable y que todavía se puede apre­ ciar hoy entre los barí. En razón de lo que acabamos de afirmar, cabría preguntarse seriamente por el significado real que para ellos tienen todos los ritos y símbolos del cristianismo. Posiblemente nunca llegaremos a conocer suficientemente cuál es el contenido real que ellos dan a estos símbolos, algo que no sucede sólo con los pueblos primitivos, sino que lo podemos constatar en cualquier ambiente de religiosidad popular, aun en los países más industrializados. El mayor problema al que se enfrentan los barí estriba en la supervivencia de su cultura autóctona dentro del contexto de la fe cristiana y del mundo socio-cultural occidental. Es cierto que desde el ámbito misionero, con frecuencia no se ha diferenciado suficiente­ mente lo esencial de la fe y lo accidental, lo meramente histórico de la misma. Esto nos lleva también a preguntamos desde la teología, sí es posible desligar la fe cristiana de los moldes y formas culturales en que se ha expresado a lo largo de los siglos. A este respecto, toda­ vía está candente la reflexión suscitada por la declaración Dominus Iesus, de la Congregación para la Doctrina de la Fe y las conclusio­ nes que de ésta se obtienen también para el mundo indigenista. Es el constante debate entre llevar una cultura o llevar una fe. Efectiva­ mente los misioneros deberán elaborar formas creativas y pedagógi­ cas que permitan el proceso de adecuación de los condicionamien­ tos teológicos no esenciales, tanto canónicos como litúrgicos a la realidad concreta, de tal manera que no se paralice la labor evange­ lizados. Ésta deberá estar primada por el criterio de caridad. Al mismo tiempo, el misionero es consciente que su reflexión y manera de hacer está siempre en la frontera: frontera de la fe, por encontrar­ se en un mundo en diálogo y contraste constante; en la frontera de las naciones, puesto que éste es el lugar ocupado por los indígenas en la mayoría de los países; y en la frontera de la incomprensión con las ciencias del hombre que no entienden el papel desempeñado por el misionero, que obstaculiza y reduce las posibilidades para esta serie de especialistas, que llegan a tener la desfachatez de presentar­ se en una comunidad indígena con toda clase de medios, tan absur­ dos para el mundo indígena como puede resultar una carpa con aire acondicionado en medio de la selva amazónica. Los misioneros católicos se muestran en este tema prudentes, sin querer apurar los procesos, intentando que sea algo progresivo

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