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VIDA Y VERDAD EN ORTEGA Y GASSET 183 inmanente y trascendente del ser humano, caemos en la cuenta de las secundarias realidades yo-mundo. Este mundo, que está fuera de mí como constitutivo del yo, se implementa significativamente desde el concepto de circunstancia. Yo y mi mundo son los compo­ nentes de una realidad radical que es espontánea, trasparente y pre­ via a toda reflexión: la vida. Y tal y como nos dice Ortega «vida es lo que somos y lo que hacemos»21. Lo que somos, es decir, la per­ manente ejecución de nuestra esencia como seres humanos; y lo que hacemos, ya que estamos «arrojados»» y obligados a realizar el proyecto de vida que nos es propio teniendo en cuenta la tempora­ lidad histórica en la que se nos presentan las posibilidades de ser. A su vez, este quehacer que es la vida, hace de ella una permanen­ te decisión. «Mi vida, dice Ortega, antes que simplemente un hacer, es decidir un hacer —es decidir mi vida»»22. Nos hemos entretenido en describir sintéticamente lo que supo­ ne la realidad de la vida para Ortega. La vida y su dimensión cir­ cunstancial e histórica hace que nos desvinculemos tanto de postu­ ras realistas extremas como del poder epistemológico de la representación mental y del concepto puro. No obstante es preciso cuestionar si este carácter mediador que la vida supone para sus componentes, es decir, yo y mundo, mantiene el equilibrio de una correlación auténtica cuando la razón vital se sitúe explícitamente en la activa unilateralidad del yo. Ortega insistirá en que sí, sin embargo nosotros intuimos algunas dudas. 2. LA VERDAD EN LA VIDA Y LA VIDA EN LA VERDAD Gracias a este primer avance inicial sobre la vida, nos encon­ tramos ahora en el justo nivel del radicalismo filosófico orteguiano, y precisamente por eso, nuestro autor se encuentra de forma nece­ saria con el problema de la verdad. La verdad ya no puede plante­ arse en los términos con los que la dualidad antiguos-modernos (realismo-idealismo) ha pretendido repartirse la tradición metafísica. 21 oc, VII, p. 413. 22 OC, VII, p. 430.