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VIDA Y VERDAD EN ORTEGA Y GASSET 181 el para sí de la vida es un ser siendo ya que la vida es un hacerse y por eso la reflexión sobre sí de la vida no es estática, no es objeti- vadora, sino eficiente, ejecutadora. Por esto, «el carácter más obvio con que nos aparece esta nueva realidad — la vida— es la ejecutivi- dad»14. Ahora bien, ¿qué se entiende por ejecutividad? Para expli­ carlo Ortega lo contrapone a la reflexividad y nos dice: «Ejecutivi­ dad es la nota que conviene a algo cuando es un acto y se le considera como tal, es decir, como verificándose, cumpliéndose, actuando»15. De este modo, la existencia ejecutiva la vincula nues­ tro autor con la «enérgeia on »(puesto en acto) de Aristóteles, y así «existencia sensu stricto significa, pues, ser ejecutivamente algo, ser efectivamente lo que es; en suma, ejecución de una esencia»l6. Esto nos lo ilustra con el ejemplo del centauro y el caballo: ambos tie­ nen su esencia pero el centauro es inefectivamente, no existe. Su esencia se queda sin ejecución. En estos términos se especifica la matización semántica de la coexistencia vital del yo saliendo fuera de sí, es decir, con su cir­ cunstancia. La ejecutividad de la vida supone, por tanto, un concep­ to clave para señalar la desvinculación de Ortega con respecto a la filosofía anterior. Supone un importante acercamiento en lo que pare­ cía la insalvable barrera crítica entre sujeto y objeto, y esto se obra gracias al cambio de paradigma con el que se considera la relación. La ejecutividad rompe con la quietud unidireccional del «factum» tras­ cendental, bien entendido como «ens» en la tradición aristotélico- escolástica o como sujeto en la tradición crítica. Nos situamos ahora en el ámbito del «faciendum» y desde esa dinamicidad y relacionabi- lidad permanente se nos presentan al yo y al mundo como compo­ nentes abstractos de la concreta y absoluta realidad que es la vida. Pero, a su vez, el permanente e inevitable quehacer ejecutivo que supone la vida para el hombre no se puede realizar de otro modo que en el tiempo. En este sentido, Ortega es claro cuando apunta que «la circunstancia espacial está condicionada por la tem­ poral» 17, ya que la vida, desde su misma espontaneidad e inmedia- 14 Ibidem, p. 17. 15 Ibidem, p. 17. 16 OC, XII, p. 56. 17 OC, XII, p. 51.

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