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VIDA Y VERDAD EN ORTEGA Y GASSET 179 podría serlo yo si el mundo no coexistiese conmigo, ante mí, en mi derredor, apretándome, manifestándose, entusiasmándome, acongo­ jándome» 8. A partir de este texto, además de constatar la vincula­ ción mundo-circunstancia, podemos adelantar el hecho de cómo a nuestro modo de ver, se produce un desequilibrio en esta coexis­ tencia de la que nos habla Ortega tan insistentemente. Es la existen­ cia previa y dinámica del yo la que activa la opacidad del mundo. El mundo es mío, es mi posesión, y de mi ocupación con él surge su respuesta. ¿Se plantea Ortega la posibilidad simultánea de ser el yo también poseído por el mundo? Marías nos ratifica, sin ánimo crítico, que «el sentido de circunstancia queda insuficientemente determinado mientras no se tenga claridad acerca del sentido radi­ cal del yo»9. No obstante, preferimos tratar estas observaciones más adelante para centrarnos ahora en lo que tenemos hasta el momen­ to. Y lo que tenemos son las dos realidades que conforman mi per­ sona, esto es, el yo y el mundo-circunstancia. Lo que ocurre es que ninguna de las dos son realidades primeras desde su copertenencia. Ambas son ingredientes de una realidad originaria y previa a todo lo demás: la vida. Tal y como nos dice Ortega: Yo no soy más que un ingrediente de mi vida: el otro es la circunstancia o mundo. Mi vida, pues, contiene ambos dentro de sí, pero ella es una realidad distinta de (ambos). Yo vivo, y al vivir estoy en la circunstancia, la cual no soy yo. La realidad de mi yo es, pues, secundaria a la reali­ dad integral que es mi vida; encuentro aquélla —la de mi yo— en ésta, en la realidad vital»10. Al caer en la cuenta descriptivamente de sus componentes nos hemos topado espontáneamente con la vida. Tendremos que saber ahora en qué consiste «mi vida», «nuestra vida», y por ello el cometido de la filosofía es definir este dato radical. 1 . 3 . La v id a c o m o r e a lid a d r a d i c a l Para Ortega lo primero no es averiguar cuál es la realidad más importante sino la más indudable. Y la realidad radical es «nuestra 8 OC, VII, p. 404. 9 J. M arías, o . c ., p. 358. 10 OC, XII, p. 63.

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