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192 JOAQUÍN ESTEBAN ORTEGA protagonismo ontológico son mantenidos en todo momento por el hombre y, de este modo, aunque Ortega no lo quiere sostener explí­ citamente, se da un proceso de unilateralidad epistemológica en el cual la distancia con respecto al mundo siempre es conservada desde la razón vital. En este sentido es coherente con Ortega, aun­ que necesariamente insuficiente, el hablar, como hace M. Álvarez, de «acción interpretativa del hombre»47. Se exclusiviza la acción del hombre de interpretar la realidad que tiene ante sí, hasta el punto de que el carácter propio de la realidad en-sí, del que el propio hombre forma parte, se vincula únicamente a una interpretación de sí mismo, en contraste con lo que no es él. A nuestro entender, una verdadera correlación hombre-mundo impide exclusivizar la «acción interpretativa del hombre» ya que la auténtica experiencia de verdad hermenéutica es también padecimiento, en su sentido más amplio. Padecimiento que se sufre desde la imposición interpretativa de la realidad a la que nos somete el lenguaje; del cual, en ningún caso, es posible prescindir para solicitar el acceso a la verdad. Una autén­ tica apertura hermenéutica bidireccional exige también el reconoci­ miento de la capacidad hermenéutica del mundo, o lo que es lo mismo, del dejarse decir abiertamente por lo otro. No nos parece encontrar en Ortega, por tanto, esta manifestación del pensamiento trágico ante la que nos sitúa la vinculación estrecha de la verdad y la vida. Joaquín E steban O rtega 47 Ibidem, pp. 288-289.

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