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VIDA Y VERDAD EN ORTEGA Y GASSET 191 rrencia es el primer momento de actividad inmediata en la relación del yo con la circunstancia. El yo «hace» y tiene ideas sobre su cir­ cunstancia. Sin embargo, el carácter histórico y cultural del pensa­ miento orteguiano hace que también se afirme el hecho de que tanto el mundo como el «sí mismo» se les aparezca ya al hombre en el campo vital de unas creencias; es decir, que estas creencias son las que nos «sostienen», en las que estamos ya de hecho. Y, por el contrario, las ideas se tienen o «se sostienen». No obstante, tal y como se esfuerza en señalar Mariano Álvarez, desde los presupues­ tos del propio Ortega, las ideas no pueden ser recluidas en la mera formalidad de la interpretación, es decir, en si se corrobora la evi­ dencia de tal o cual idea, sino que son un momento incuestionable de realidad vital en el proceso de obtención de esa seguridad que suponen nuestras creencias 45; y, por tanto, «si las creencias no son originariamente sino ideas consolidadas que nos ponen frente a la realidad, las ideas como tales poseerán esa virtualidad de ponemos en contacto con la realidad»46. Lo que ocurre es que las ideas son producción exclusiva del hombre; es decir, que la interpretación que el hombre da de su circunstancia supone a la vez construirse un mundo, construir la realidad que luego se consolidará en las creencias. Parece paradójico el que, por una parte, como ya vimos antes, el acceso o desvelamiento de la verdad suponga la eliminación de interpretaciones o prejuicios con el fin de que se descubra su des­ nuda originariedad y que, por otra, como vemos ahora, sea la acti­ vidad del yo la que construya un mundo, una verdad, desde la fac- ticidad del propio pensamiento. A nuestro modo de ver esta correlación orteguiana entre el hombre y la realidad, teniendo como mediación la interpretación y a su vez la suspensión de la interpre­ tación, adolece de la falta de fluidez propia de la tensión dialéctica en la que se expresa. La realidad radical es la vida, como ya sabe­ mos, y no la propia correlación con la que se podría activar una interpenetrabilidad auténtica. Pero lo cierto es que la actividad y el 45 Cf. M. Á lvarez G ó m ez , -La verdad como interpretación en Ortega-, en Actas d el III Sem inario de Filosofía Española e Iberoamericana, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1983, pp. 282-283. 46 Ibidem, p. 284.

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