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190 JOAQUÍN ESTEBAN ORTEGA Por tanto, parece posible afirmar ahora que la estrecha vincula­ ción que se da entre la vida y la verdad puede ser mejor compren­ dida desde el presupuesto de la «verdad como interpretación». Sin embargo, veremos cómo la importancia que tiene para nosotros el descubrimiento del carácter sintético vida-verdad pierde fuerza al profundizar en la evidente dimensión unilateral que presenta esta concepción. 2 . 4 . L a verdad com o in terpretación La verdad entendida como interpretación es el resultado, como hemos visto, de contextualizar el propio sentido de la verdad en la averiguación y en el desvelamiento de la realidad. Pues bien, tenien­ do en cuenta que la realidad más radical es la vida, la concepción del «ser» ahora ya no obedece a un estático sustancialismo, sino que se trata de una renovada y constante posibilidad de ser. Por eso, la vida es un problema permanente y un permanente quehacer. No sirve ya el moverse en el aséptico vértigo del estudio sobre los lími­ tes del conocimiento para establecer criterios ciertos y acceder a la verdad objetiva. La verdad ahora se encuentra inmersa en nuestra vida y en los actos que la realizan. Pero, a su vez, este actuar es fruto del propio pensamiento que se abre desde la perspectiva inte­ lectual de la vida. La vida, el actuar que es el pensamiento, es una permanente interpretación de la realidad cuya expresión conceptual son las ideas. Las cosas no tienen significación en sí sino desde nuestras interpretaciones, con lo cual tenemos que nuestro mundo de significación es nuestro mundo de interpretación. Todo el peso histórico que se acumula en la cultura gracias a las ideas es el que nos sitúa en la concreción de nuestra vida. Lo que ocurre es que esta situación únicamente adquiere verdadera entidad cuando estas interpretaciones se consolidan y se convierten en las denominadas «creencias». Como nos dice Ortega: «... realidad plena y auténtica no nos es sino aquello en que creemos » 44. Esta afirmación hace pensar inmediatamente en una distinción cualitativa entre las llamadas «cre­ encias» y las ideas estrictamente entendidas. Para Ortega la idea-ocu- 44 OC, V, p. 398.

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