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116 JOSÉ MARÍA DE MIGUEL GONZÁLEZ tos, es decir, cuando el orden moral se viene abajo, cuando parece que la maldad marcha viento en popa, cuando parece que Dios se tapa la cara para no enterarse, ¿qué podrá hacer el justo? La argu­ mentación de los amigos tiende a debilitar la confianza en Dios del salmista: en un mundo en que triunfa la injusticia y se premia el pecado, ¿qué sentido tiene someterse a la ley y al orden de un Dios sordo a las violaciones de su misma ley? Mejor es ponerse a salvo. «Éste es el razonamiento de los amigos. Pero tiene un defecto, no supera el criterio de juicio puramente humano y olvida el hecho principal, que será tratado en la segunda parte del salmo» 4. En medio de la persecución, el salmista hace profesión de fe: «aunque tiemblen los cimientos, Dios está; aunque lo aceche la oscuridad, Dios mira; aunque los malvados actúen impunes, les lloverá el cas­ tigo. Todo afirmaciones de fe. A la fe, al final, sucede la visión. La esperanza anticipa la visión futura iluminando la oscuridad presen­ te» (Schókel-Carniti, I, 251). Estrofas 2 y 3-' Contienen la respuesta divina en forma de una acción jud icial5. Dios no permanece insensible y quieto ante la penetración y difusión de la injusticia. El primer dato para hacer jus­ ticia: a Dios no se le escapa nada de lo que hacen los hombres: «sus ojos están observando, sus pupilas examinan a los hombres», bue­ nos y malos: «Dominus interrogat iustum et impium». Y ello por dos motivos: por su cercanía (inmanencia): él está, vive en medio de su pueblo: «el Señor está en su templo santo»; y por su trascendencia abarcadora de todo: «el Señor tiene su trono en e l cielo», desde donde penetra todo. Como dice el autor de la carta a los Hebreos: -No hay criatura que escape a su mirada, todo está desnudo y vul­ nerable a sus ojos, y es a ella a quien habremos de dar cuenta» (4, 13). Supuesto que Dios ve y juzga, se describe ahora su comporta­ miento con el malvado: la ejecución de la sentencia: — Dios odia al que ama la violencia, como negación de la jus­ ticia, lo aborrece con todo su ser: od it anima eius» (de Yahvé). 4 A. W eiser , I Salmi. Parteprim a: Ps. 1-60, Brescia 1984, p. 162. 5 «Dios actúa en el salmo como juez. Su trono es tribunal forense, y está en el cielo, indicando que es tribunal supremo, sin apelación» (Schökel-Camiti, I, 250).

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