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168 JOSÉ MARÍA DE MIGUEL GONZÁLEZ ca, la ayuda de Dios, como su manifestación-teofanía, acontece al alba, que es el tiempo o momento favorable (cf. Sal 5, 4; 29, 6; 89, 14; Lam 3, 23; Is 17, 14; Éx 14, 27). — Pero la paz y armonía de Sión provocan celo y envidia: «Lo pueblos se amotinan, los reyes se rebelan» «Fremuerunt gentes, com- mota sunt regna». De nada sirve; Dios interviene, ‘lanza su trueno’ y deshace sus planes: «Dedit vocem suam, liquefacta est térra-. A la perspectiva cósmica de los w . 3-4 sucede ahora la histórica, pero el resultado es siempre el mismo: fuera del oasis de Jerusalén, la tierra se agrieta y retorna al caos primitivo. En la segunda parte del salmo se canta la paz (w. 8-12) enmar­ cado por la antífona «El Señor de los Ejércitos...» (w. 8-12), que expre­ sa la absoluta confianza en la protección de Dios. «Dios es el coman­ dante de la armada cósmica, usada por él como instrumento teofánico para restablecer la justicia (Is 41, 26) y para defender a su pueblo (ISam 3, 1). Es el comandante supremo también del ejército de Israel que él dirige a través de su presencia en el arca» (Ravasi, I, 834). Yahvé Sebaot es el primer título de Dios; sigue luego el immanü (- ‘el), o «Dios con nosotros» (cf. Is 7, 14; 8, 8.10); el tercer título, ‘alcá­ zar’, tiene connotaciones militares (cf. Sal 9, 10; 17, 3; 26, 1; 47, 4; 58, 10; Is 33, 16; Jer 48, 1); el último título de la antífona es ‘Dios de Jacob’ 45. A la antífona sigue el invitatorio: «Venid a ver» «venite et videte» las maravillas del Señor ( ‘opera D om ini’) . «La fe hebrea no es una abstracta adhesión intelectual a una serie de teoremas teológicos, sino una llamada a descubrir a Dios que ‘obra’ en la historia. Tam­ bién el culto es ‘memorial’ de las acciones salvíficas de Dios» (Rava­ si, I, 835). Estas ‘maravillas’ se resumen en la ‘paz’: «pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe» «Auferet bella usque a d fin em terrae». El salmo evoca la paz mesiánica de Is 11. «Lo más portento­ so es que Dios no sólo vence a los enemigos, sino también a la gue- 45 «Es un arcaico título nacionalista, presente en el canto a Sión de Isaías (2, 3), muy estimado por la salmografía levítica (19, 2; 74, 10; 75, 7; 80, 2-5; 83, 9; 93, 7), amado indirectamente también por Isaías, que prefiere hablar del pueblo elegido como ‘pueblo de Jacob’ (2, 5-6; 8, 17; 9, 8; 10, 20; 14, 1; etc.) y nacido probablemen­ te de la teología de la alianza y de la antigua anfictionía cúltica premonárquica- (Rava­ si, I, 834).

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