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SALMOS DE VÍSPERAS DE LA I SEMANA 145 de Cristo, aún no he sido exaltado sobre mis enemigos, sino que mi Cabeza es la exaltada sobre mis enemigos. Ya mi cabeza, Cris­ to, está en el cielo; nuestros enemigos todavía pueden ensañarse en nosotros; todavía no hemos sido exaltados sobre ellos, pero nuestra Cabeza ya está allí... Ved qué aval tengamos, pues noso­ tros por la fe, la esperanza y la caridad estamos en el cielo eterna­ mente con nuestra Cabeza, y él mismo por la divinidad, la bondad y la unidad está con nosotros en la tierra hasta la consumación del mundo» (I, 278). Exaudí, Domine ; vocem meam: «Gimamos ahora, roguemos ahora. El gemido es propio de los infelices; la súplica, de los indi­ gentes. Pasará la súplica, seguirá la alabanza; pasará el llanto, segui­ rá el gozo» (I, 280). Sé mi ayuda ; no me abandones: «Tú, que creaste, ayudarás; tú, que creaste, no abandonarás» («Tu enim adiuvas qui condidisti, tu non deseris qui creasti'»)• Si mipadre y mi madre me abandonan: «Nos abandone nues­ tro padre y nuestra madre, nos abandone el diablo, nos abandone la ciudad de Babilonia; nos tome el Señor a nosotros, que hemos de ser agasajados con las cosas temporales y felices con las eternas» (Ergo relinquat nospater noster, et mater nostra: relinquat diabo- lus, relinquat Babylon civitas: Dominus nos suscipiat consolandos temporalibus, beatificandos aetemis) (I, 286) No me entregues a la saña de mi adversario: «No dé consenti­ miento a los que me tientan. Si consintieres en los deseos del que te tienta, no sólo devorará tu carne, sino que hará perecer tu alma con perversa voluntad» (I, 287). En resumen, «somos uno en Cristo, cuerpo de Cristo somos, los que deseamos y pedimos aquella única cosa, los que gemimos en nuestros días malos, los que creemos ver los bienes del Señor en la tierra de los vivientes... Esperando en el Señor le tendrás; tendrás a quien esperas. Si encuentras otra cosa mejor, más grande y deleita­ ble, deséala» (I, 289s.).

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