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SALMOS DE VÍSPERAS DE LA I SEMANA 137 3. L ectu ra cristiana - actualización Como en todos los casos de salmos reales, también en éste, el rey del que se trata en la plegaria de la Iglesia es Cristo. La fuerza y el poder de Dios se evidencian en la resurrección de Cristo: esta es la victoria fundamental de la que derivan las bendiciones de vida sin término, de gloria y honor, de gozo indecible. Es el motivo de la sentencia que encabeza el salmo tomada de San Ireneo: «El Señor resucitado recibió la vida, años que se prolongan sin término». Pero por otro lado, el rey que aquí se celebra no se parece en nada a Jesús que no fue escuchado en su pasión, o sea, no fue libra­ do de ella, y no fue coronado de oro fino, sino de espinas. La rea­ leza de Jesús, que no es de este mundo, corrige cualquier tentación de carácter mesiánico. Desde el punto de vista histórico-político, Jesús fracasó, porque la victoria contra el poder de Satanás y de la muerte pasaba por su propia muerte vencida en la resurrección. En todo momento Jesús confió en el Padre, aun en el abandono de la cruz; por eso, el Dios fiel no permitió que el aparente fracaso del Hijo ajusticiado fuera la última palabra. Porque la última palabra de la historia de Jesús no es la muerte, sino la ‘vida’, ‘años que se prolongan sin término’. Ade­ más, «como el Padre dispone de la vida, ha concedido al Hijo dispo­ ner también de la vida» ( J n 5, 26). «Dios nos ha dado vida eterna, vida que está en su Hijo» (ljn 5, 11). 4. C om en ta rio d e S an A gustín En este salmo «de Christo canitur». E l rey se alegra p o r tu fu erza : ¿cuál es esta fuerza o poder?: : Domine ; in virtute tua, qua Verbum caro factum est, laetabitur homo Cbristus Iesus’: ‘en tu poder, por el cual el Verbo se hizo carne, se alegrará el hombre Cristo Jesús’ (I, 199). Le has concedido el deseo de su corazón: «Deseó comer la pas­ cua, y dar la vida y de nuevo tomarla por propia voluntad, y se lo concediste» (I, 199s.). Haspuesto en su cabeza una corona de orofino : «Al acercarse sus discípulos a Él al principio de su predicación, le ciñeron como