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130 JOSÉ MARÍA DE MIGUEL GONZÁLEZ comandante supremo de Israel es Yahvé mismo (Jer 31, 7; Sof 3, 14-17). En el último verso de esta tercera estrofa se recoge la acla­ mación de toda la asamblea que es un eco (responsorial) de la ora­ ción de los levitas: «que el Señor te conceda todo lo que le pides» ( impleat Dominus omnispetiíiones tuas). Estrofa 4: Empieza la segunda parte del salmo, claramente diferenciada de la anterior. Se recoge aquí el eco de un oráculo: la petición a favor del Ungido ha sido escuchada por Dios. Es decir, en cuanto que, por anticipado, se ve el resultado favorable de la batalla. El profeta está seguro, ‘ahora reconozco’, sabe con certeza que Dios da/dará la victoria a su Ungido con su intervención favo­ rable: «Nunc cognovi, quoniam salvum fe c it Dominus christum suum»; es el lenguaje de las profesiones de fe: Sal 55, 10; 61, 12; 109, 1; 134, 5; 139, 13) 13. Estrofas 5-6: Reproducen el comentario de la asamblea al orá­ culo hecho con los argumentos de la guerra santa. La victoria de Isra­ el no se funda en el poder militar ni en los frágiles equilibrios diplo­ máticos, sino sola y exclusivamente se apoya en Dios: «nos autem nomen Domini Dei nostri invocavimus» (cf. Is 7, 4-9; 31, 1-3). Una ilustración estupenda de esta idea la encontramos en el duelo Goliat- David: éste se apoya en el nombre de Yahvé para salir al encuentro del filisteo (1 Sam 17, 45-47)14. O como dice el rey Ezequías: «¡Ánimo y valor! No os asustéis ni os acobardéis ante el rey de Asiría y la mul­ titud que le sigue. Nosotros contamos con algo más grande que él. 13 «Reconozco, comprendo: como haciendo eco a una comunicación divina... Está hecho, es cosa decidida... Si Dios promete, es un hecho, y yo lo reconozco» (Schókel-Camiti, I, 363). 14 «Dos mundos diversos son aquí claramente enfrentados: uno, el mundo de las posibilidades humanas, terrible quizá, pero transitorio, como enseña continua­ mente la experiencia (v. 8); el otro, el mundo de la realidad divina, de frente al cual ahora se encuentra el comunidad pensando en las acciones salvíficas de Dios. Él ha dado siempre estabilidad a su pueblo, y también ahora le ofrece la fuerza de la fe, que lo da ánimo en vista de la angustia, tal como siempre lo ha hecho. La antítesis entre confianza en el poder humano y confianza en el divino..., que juega un papel decisivo en la fe bíblica, no significa simplemente un renuncia utópica a los medios humanos del poder. Es más bien la clara orientación y la consiguiente toma de posi­ ción de la fe hacia Dios como el ‘factor base’ de todo evento, en el que está la últi­ ma decisión» (A. Weiser, I, 217).

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