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120 JOSÉ MARÍA DE MIGUEL GONZÁLEZ 1. G énero literario Se puede encuadrar este salmo en el contexto de una liturgia de entrada 8, o «liturgia de torà * en la que se enumeran, como condición imprescindible para celebrar el culto auténtico, las líneas maestras de la moral yahvista, según la predicación profètica acerca de la inescin- dible relación entre fe-culto-vida: «¿Cómo mepresentaré ante Yahvéy me inclina ré ante e l Dios de lo alto? ¿Mep resentaré con holocaus­ tos, con tem eros añojos? ¿Aceptará Yahvé miles d e cameros, m iría­ das d e ríos d e aceite? ¿O freceré m iprim ogénito p o r m i delito, e l fru to de mis entrañas p o r m ipropio pecado? Se te ha hecho saber, hombre, lo que es bueno, lo que Yahvé quiere de ti: tan sólo respe­ ta r e l derecho, am ar la lealtad y p ro ced er hum ildem ente con tu Dios» (Miq 6, 6-8). El texto paralelo de este salmo es el Sal 23 y, con ecos muy cercanos, Is 33, 14-16: Q uién d e nosotros pod rá habitar con e l fu ego consum idor?, ¿quién d e nosotrospod rá habitar con las lla­ mas eternas? E l que anda en justicia y habla con rectitud; e l que rehúsa ganan cia s fraudu lentas, e l que se sacude la palm a d e la mano p a ra no aceptar soborno, e l que se tapa las orejas pa ra no o ír hablar de sangre, y cierra sus ojospa ra no ver e l mal Ese mora­ rá en las alturas, subirá a refugiarse en la fortaleza de laspeñas, se le dará su pan y tendrá e l agua segura». La composición literaria gira o se estructura en torno a tres momentos: — Se plantea la cuestión o «pregunta litúrgica» (Kraus) acerca de las condiciones éticas para entrar en el templo a celebrar el culto (v. 1). — Sigue la respuesta en forma de once enunciados o normas fundamentales de la ética yahvista: en el v. 2 se establecen tres con­ diciones generales; en el v. 3 tres condiciones referidas al prójimo; en el v. 4 otras tres condiciones que reglamentan la relación con el prójimo iluminadas desde Dios; en el v. 5 se ponen dos condicio- 8 Hans-Joachim K raus , en el comentario a este salmo, aduce textos de otras religiones vecinas en las que también se exigen también ciertas condiciones de pure­ za moral para acceder al templo, cf. I, 352s.

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