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86 MANUEL LÁZARO PULIDO sofía y teología van de la mano. Como señala acertadamente E. Fal­ que, en su análisis desde la fenomenología del pensamiento bona- venturiano, san Buenaventura se interesa, antes que nada, en cómo es la Trinidad, sus tres personas. La respuesta no es, en sí, tan inte­ resante como la propia perspectiva de la pregunta. Eso le hace ori­ ginal. Con san Agustín se cuestiona por saber qué es la Trinidad, y con Ricardo de San Víctor y Alejandro de Hales quiénes son 138. La Padres se empeñaron en realizar formulaciones que aquilataran el misterio Trinitario, siendo san Agustín de Hipona quien le dio una estructura unitaria dotándola de categorías griegas ontológicas 139. Ricardo de San Víctor, asumiendo el pensamiento de san Agustín reforzado por Hugo de San Víctor y Pedro Lombardo, rescata la obra del Pseudo-Dionisio explicitando las personas divinas a partir del concepto de amor-caridad (del que hablaremos más tarde) y atem­ perando las tesis agustinianas. Alejandro de Hales sigue a Ricardo de San Víctor en la explicación de las personas divinas 140, pues, como nos recuerda O. González, interpretando a Ricardo de San Víctor, «la caridad no es pensable ni realizable sino en pluralidad de sujetos»141. Es necesario saber cómo conjugar la unidad y la pluralidad en Dios, cómo es la Trinidad. Pero, para comprender mejor el movi­ miento de unidad y puralidad en Dios, debemos contestar antes dos preguntas, a saber: qué significa la unidad de Dios y, por tanto, cuál es el papel del Padre, y, qué hacer para poder hablar de unidad de Dios y de pluralidad de personas. Y estas cuestiones son necesario entenderlas partiendo de la razón, es decir, en el cuadro de com­ prensión de la filosofía para que puedan ser completadas por la luz de la fe, o sea, teológicamente. Para no extendernos demasiado sim­ plemente presentamos dos principios fundamentales y la armoniza­ ción que realiza san Buanaventura. 138 E. F alq u e, o . c ., 55. 139 L. S ch effczyk , «Formulación magisterial e historia del dogma trinitario», en AA. W , Mysterium Salutis, vol. II, t. 1, Madrid 1969, 240. 140 Ib . 246-247. 141 O. G o n z á lez , o . c ., 317.

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