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82 MANUEL LÁZARO PULIDO es que en ese doble recorrido expresivo es, de nuevo, Cristo quien actúa como eje central127. J. Bissen, con otras palabras, resalta, también, este doble cami no señalado, haciendo notar cómo el ejemplarismo bonaventuriano parte ya sea de Dios, considerando la creatura a la luz del ejempla rismo, ya sea de la creatura y estudiarlo a partir de ella. Tanto para Bissen como para J.-G. Bougerol es el aspecto activo el que mejor presentaría el pensamiento bonaventuriano, lo que no significa, ni mucho menos, negar el camino pasivo 128. Esta idea de camino acti vo y pasivo la expresa O. Todisco en términos de movimiento: «A un movimiento centrifugo delle creature verso il Creatore segue un movimiento centrípeto verso la creature, diventate attraverso Cristo , tabemacolo e sacramento di Dio, riconfluenti entrambi nella stessa so/gente divina *129. Podemos concluir que en el ejemplarismo comporta la teología del Logos Trinitario y la doctrina de la encarnación, y cómo, bajo el trasfondo de la teología de la creación, el ejemplarismo responde a unas relaciones de expresión entre Dios y la creatura que siguen un doble camino, al que hemos llamado activo y pasivo. De estos dos caminos sería el primero el que mejor respondería a la metafísica ejem- plarista. A este ejemplarismo, desde este doble movimiento metafísico, se le añade otro esquema retomado de la teología medieval comple mento del anterior. Si san Buenaventura explica el Dios ejemplar desde una perspectiva académica de forma estructurada, especialmente en el Breviloquium, como respuesta a su exigencia de profesor e intelectual escolástico, éste queda completado con la teología del símbolo del Pseudo-Dionisio. El Doctor Seráfico asimila el doble camino neoplató- nico, estructurándolo en formulaciones propias. En el Itinerarium, su ejemplarismo utilizará el camino pasivo que va de la creatura al Crea dor, realizando la integración de ambos esquemas metafísicos 13°. 127 I. Brady, «The writings of saint Bonaventure regarding the Franciscan Order», en SBMI, 102. 128 Cf. J. Bissen, o . c ., 5; J.-G. B o u g e ro l, o . c ., 78. 129 O. T odisco , «Dall’analogia al simbolo e dal simbolo all’analogia in San Bonaventura», en Doctor Seraphicus, 27 (1980) 5. 130 G. Madec señala cómo en las Confesiones agustinianas se parte del mundo exterior como una primera etapa, para llegar, tras una segunda etapa de explora-
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