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54 MANUEL LÁZARO PULIDO a la realidad de entrada cristocéntrica, pero eso no supone que no sea filosófica. Y, por otra parte, su mirada a la tradición no se cir­ cunscribe a una repetición de la misma o a una ecléctica transposi­ ción, sino a una síntesis original al que hay que añadir un elemento hasta entonces desconocido, el de la perspectiva franciscana que mar­ cará una escuela de pensamiento a partir del siglo xui en el que vivió su fundador Francisco de Asís. Esta cuestión no es baladí en un autor como san Buenaventura, que fue el séptimo general de la Orden fran­ ciscana y tachado muchas veces de refundador de la misma en el plano de su estructura intelectual19. Partimos de un hecho: la metafísica bonaventuriana es una manera de concebir y ver la realidad, la naturaleza. Para compren­ der esta afirmación, y sus implicaciones hemos de partir del con­ texto social y cultural en que se desarrolla y encuentra su inteligi­ bilidad: la cultura y la mentalidad medievales del siglo xm 20. Todas las épocas se caracterizan por tener unas temáticas, posi­ ciones, problemas que compartir. La Edad Media comparte un paradig­ ma común constituido por un universo de ideas centrales y capitales, una visión global, un cosmovisión, cuyo plan central es aceptado por el hombre: una visión que se caracteriza por la presencia de la fe y los presupuestos religiosos21 y ante la cual no es ajena la filosofía, tanto en su expresión cristiana como en sus expresiones árabe y judías. La filosofía franciscana y de manera particular, la de san Buenaventura, ha de entenderse según los esquemas del espíritu medieval22. No podemos ahora y aquí extendemos en estas claves históricas, creo vita­ les, pero no me resisto al menos a indicarlas. 19 Sobre la influencia de la mentalidad franciscana en su pensamiento, cf. B. M c G inn , «The influence of St. Francis on the theology of the hight middle ages: The testimony of St. Bonaventure», en F. de A. Chavero (ed.), Bonaventuriana. M iscellanea in onore d iJacques Guy Bougerol, OFM, vol. 1, Roma 1988, 97-117; É. Gilson, o. c., 36-78; E. R. Daniel, «St. Bonaventure: a Faithful disciple of St. Fran­ cis? A reexamination of the Question», en J.-G. B o u g ero l , S. Bonaventura 1274- 1974, vol. 2, Grottaferrata 1973, 171-187. 20 Cf. F. de A. C havero , «El hombre y su dimensión de futuro«, en Id. (ed.), o. c., 255. 21 Sobre el pensamiento medieval B. B. P rince , M edieval Thought. An intro- duction, Oxford 1992; y M . H arén , Medieval Thought. The Western Intellectual Tra- dition/rom Antiquity to the Thirteen Century, Londres 19922. 22 Cf. É. Gilson, L ’esprit de laphilosophie médiévale, París 19692.

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