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LA ORACIÓN EN LOS SALMOS (II) 15 La buena nueva del poder salvífico universal de Yahvé debe ser «proclamada» a diario como «mensaje de gozo» (= besorah, en hebreo, se traduce en latín por laetus nuntius, y en griego, por éuaggélion). El «proclamad» (Sal 96, 2) lo traduce la versión griega por «evangeli­ zar» ( = eúaggelisesze). Con esta exhortación universal a proclamar la alabanza de Yahvé, se encarga al pueblo de Dios de narrar a todas las naciones la gloria y los milagros de Yahvé (ver Sal 9, 12; 105, 1; 66 , 19 ) 63. El eco de este evangelio eterno resuena en el libro del Apoca­ lipsis: «Vi otro ángel que volaba por medio del cielo. Tenía un evan­ gelio eterno para anunciar a los habitantes de la tierra, a toda nación, raza, lengua y pueblo» (14, 6). En la primera visión del Cordero y los suyos está un ángel en el centro del firmamento, anunciando un evangelio eterno a todos los habitantes de la tierra. Dicho evangelio es el kerigma de Jesús: Cumplido es el tiempo; convertiosy creed en e l evangelio (Me 1, 14-15). Así responde a la cuestión planteada por los adoradores de la bestia: «¿Quién puede compararse a la bestia y quién puede luchar contra ella? (Apoc 13, 4b). La respuesta es que todos deben temer a Dios y darle gracias. Es el creador el que debe ser adorado, no el emperador. Es una exhortación a la conversión de la idolatría al Dios verdadero (Hch 14, 15; ITes 1, 9 )04. El «evangelio eterno del Apocalipsis» equivale a los salmos de alabanza, al himno mismo que sitúa la celebración cultual en el marco de la actualización de la salud escenificada en la celebración de la fiesta. Es en el himno donde la comunidad cultual o litúrgica o uno de sus miembros testimonian lo que se vive en el aconteci­ miento sagrado del culto y, al participar en ello, tiene lugar la reali­ zación, la actualización y la apropiación de la salud que se re-actua­ liza de forma siempre nueva en la celebración. Como ocurre en el culto cristiano. La autorrevelación de Dios manifestado en su teofanía ocurrida en tiempos muy remotos se actualiza y se contempla como la mani­ festación de su majestad (de su kabod), como la revelación de su 63 H-J. K rau s, o . c ., II, p. 377. 64 F. F. R am os, L o s enigmas delApocalipsis, «Teología en Diálogo», Salamanca 1993, p. 196; A. G o n z á le z , o . c ., pp. 355, 374, 434, 513, particularmente en las notas correspondientes a los pasajes citados.

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