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44 FELIPE F. RAMOS En el texto citado, el Vidente pide incluso que se les castigue el doble de lo que han merecido. Y es que la gran ramera debe pagar no sólo por lo que ha hecho ella, sino también por lo que ha hecho hacer a los demás. Es la madre de todas las prostitutas y de todas las abominaciones (17, 5). El profeta cristiano aplica también a Roma las palabras pronunciadas por la orgullosa Babilonia, senta­ da como una reina sobre su trono (Is 47, 8-9): «Escucha, pues, esto, voluptuosa, que te sientes tan segura, que dices en tu corazón: Yo, y nadie más que yo; no inviudaré ni me veré sin hijos. Ambas cosas te vendrán de repente, en un mismo día: la falta de hijos y la viu­ dez te abrumarán a un tiempo, a pesar de tus numerosos agüeros y de tus múltiples encantamientos». Lo mismo le ocurrirá a Roma (Apoc 18, 7b-8). Y todo esto le sucederá porque el Señor Dios tiene poder para juzgarla 84. Felipe F. R amos 84 Felipe F. R amos , Los enigm as d el Apocalipsis, o. c., p. 218.

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