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LA ORACIÓN EN LOS SALMOS (II) 41 victoria de Yahvé, a la ayuda de Yahvé a sus valientes» (Ju e 5, 23). «Y se preguntaron: ¿Quién de entre las tribus de Israel no ha subido a la asamblea de Yahvé? Porque habían jurado solemnemente con­ tra quien no subiera ante Yahvé a Masfa, diciendo: ‘Será castigado con la muerte’» (Jue 21, 5; Deut 27-28: compuestos ambos por una serie de bendiciones y maldiciones que abarcan todos los aspectos importantes de la vida en aquel tiempo). En aquella época servía, dentro de la ideología y de las cláusu­ las de la alianza, para la autopuríficación de la comunidad de Yahvé y, desde esta mentalidad, e lproverbio de maldición se vinculó tam­ bién a Yahvé: «Entonces juró Josué, diciendo: ‘Maldito de Yahvé quien se ponga a reedificar esta ciudad de Jericó. Al precio de la vida de su primogénito ponga sus cimientos, al precio de la de su hijo menor ponga las puertas’»(Jos 6, 26). «Si es Yahvé quien te excita contra mí, que Él reciba el olor de una ofrenda, pero si son hombres, malditos sean de Yahvé, pues me echan ahora de mi puesto en la heredad de Yahvé, diciendo: ‘Vete a servir a dioses ajenos’»(ISal 26, 19). En los salmos, la maldición pierde terreno frente a la bendi­ ción. Un proverbio de maldición leemos en 119, 21: «Tú increpas a los soberbios, y son malditos cuantos se desvían de tus mandamien­ tos», y deseos de maldición nos presenta el escandaloso 137, 7-9: «Recuerda, ¡oh Yahvé!, a los edomitas el día de Jerusalén, los que decían: ‘Arrasadla, arrasadla hasta los cimientos’. Hija de Babel, devastadora: ¡Bienaventurado quien te dará lo que tú nos diste a nosotros! ¡Bienaventurado quien cogerá a tus hijos y los estrellará contra las piedras». La conexión de la maldición con la tradición histórico-salvífica del juicio en la celebración del culto de la alianza se encuentra en el Sal 83, 10ss. en la forma del desprecio sagrado de los enemigos: «Con­ fía en Yahvé y sigue sus caminos, y él te ensalzará para que poseas la tierra, y gozarás a la vista del exterminio de los impíos» (Sal 37, 34 y 149, 7ss.: «Para tomar venganza de las gentes y castigar a los pueblos; para poner en cepo a sus reyes y encadenar con hierros a sus prínci­ pes. Ejecutando en ellos el juicio escrito. Gloria es ésta para todos sus santos. ¡Aleluya!». Es la proscripción sagrada de los enemigos 83. 83 A. W eiser, o . c ., I, p. 52.

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