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40 FELIPE F. RAMOS con la tradición del culto de la alianza y con la teofanía y revelación del nombre de Yahvé 82. Esto nos lleva a la conclusión de que la bendición en los sal­ mos únicamente es aplicada a los que cumplen las exigencias de la alianza de Yahvé: «No se aíre y caigáis en la ruina, pues se inflama de pronto su ira. ¡Venturosos los que a él se acogen!» (Sal 2, 12). «El de limpias manos y puro corazón, el que no lleva su alma al fraude y no jura con mentira» (Sal 24, 5). «Gustad y vez cuán bueno es Yahvé. ¡Bienaventurado el hombre que se acoge a el!» (Sal 34, 9). «Bienaventurado el hombre cuya esperanza es el nombre de Yahvé y no se vuelve a los soberbios ni a los mentirosos» (Sal 40, 5) y muy en particular alpueblo elegidopor Yahvé: «¡Venturoso el pueblo cuyo Dios es Yahvé, el pueblo que él se eligió por heredad!» (Sal 33, 12). «Bienaventurado aquel a quien eli­ ges tú para estar cerca de ti, habitar en tus atrios y saciarse de la dicha de tu casa, de la santidad de tu templo!» (Sal 65, 5). «Biena­ venturado el pueblo que tiene esto. Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Yahvé» (Sal 144, 15). También la expresión «que te bendiga Yahvé desde Sión»: «Bendígate Yahvé desde Sión, y veas próspera a Jerusalén todos los días de tu vida» (Sal 128, 5). «Desde Sión bendígate Yahvé, Hacedor de cielos y tierra» (Sal 134, 3) confirma lo que debe afir­ marse a propósito del juicio: que la bendición de Yahvé se halla enraizada en la tradición cultual del templo y progresivamente se convierte en la jurisdicción del sacerdote. Por el contrario, la ala­ banza de la bienaventuranza mediante la aclamación de la salud no se halla reservada al sacerdote; también la aplicaban los laicos en el deseo de la salud y encontró incluso acogida en los salmos sapienciales. La sumisión progresiva de la bendición de la religión veterotestamentaria al poder exclusivo de Yahvé se alcanzó cuando el deseo de bendición se desarrolló en la dirección de la súplica. El contrapunto de la bendición es la maldición. También se enraiza en el mundo representativo de la magia y también fue acep­ tada, en cuanto acto sagrado, en el culto de la alianza de las tribus: «Maldecid, maldecid a sus habitantes, porque no cooperaron a la 82 A. W eiser, o . c ., I, p. 52.

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