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LA ORACIÓN EN LOS SALMOS (II) 33 van por caminos tortuosos, remuévalos Yahvé juntamente con los impíos. ¡Paz sobre Israel!» (Sal 125, 4-5). Serán confundidos y compa rados con la hierba de los tejados: «Sean como la hierba de los teja dos, que se seca antes de ser arrancada. De que no llena su mano el segador ni su seno el que recoge las gavillas» (Sal 129, 5-6). Serán presa del infortunio; caerán sobre ellos brasas encendidas y caerán en el abismo: «Caigan sobre ellos brasas encendidas, caigan en el abismo, para no levantarse más. El hombre lenguaraz no será esta ble sobre la tierra; el hombre malvado será presa del infortunio que le derribará» (Sal 140, 10ss.). Como elju icio presupone el examen hechopor Dios: «acabe de una vez la malicia del impío, y confirma al justo, Dios, justo, escudri ñador del corazón y de los riñones» (Sal 7.10). «Pero al impío dícele Dios: ¡Cómo! ¿Te atreves tú a hablar de mis mandamientos, a tomar en tu boca mi alianza, teniendo luego en aborrecimiento mis ense ñanzas y echándote a las espaldas mis palabras? Si ves a un ladrón, corres a unirte a él, y tienes tu parte con el adúltero. Pones el mal en tu boca y urde tu lengua el engaño. Sentado, difamas a tu próji mo y esparces la calumnia contra el hijo de tu madre. Esto lo he visto yo, y porque callaba, creiste firmemente que yo era como tú. Yo qui siera corregirte poniendo esto ante tus ojos» (Sal 50, 16-21; otros ejemplos tenemos en Sal 9, 17; 11, 4-5; 14, 2; 26, 2ss.; 33, 13ss.; 35, l4ss.; 66, 10), tiene lugar a llí donde la conciencia del orante se sien te insegura o responsable. De ahí que le lleve al reconocimiento serio de sus pecados: «No te acuerdes de los pecados de mi mocedad y de mis faltas; acuérdate de mi conforme a tu misericordia y según tu voluntad, ¡oh Yahvé» (Sal 25, 7). «Yo digo: ¡oh Yahvé, ten piedad de mí! Sana mi alma, que pequé contra ti» (Sal 41, 5; pueden ser añadidos el 69, 6 y el 143, 2). De los conocidos como los siete salmos penitencia les: 6, 32, 38, 51, 102, 130, 142, sólo son penitenciales en sentido propio tres: 38, 51, 130. La confesión delpecado se hacía en la celebración del culto » como lo afirma el Sal 63, 3-4: «A ti, que escuchas las plegarias. A ti recurren todos los hombres. A causa de las maldades. Prevalecen sobre nosotros nuestros delitos: tú los perdonas»; un himno festivo que tiene ante sus ojos la acción litúrgica nos confirma en lo que estamos diciendo: «Hemos pecado, como nuestros padres; hemos
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