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LA ORACIÓN EN LOS SALMOS (II) 31 Estar en la casa de Yahvé o habitar en su presencia (Sal 41, 13), y otras expresiones sinónimas como «entro en tu morada (5, 8), «vea yo en justicia tu faz» (17, 15), «habitar en la casa de Yahvé (27, 4), «estar en la casa de Yahvé» (123, 6; 52.10); andar en la presencia de Yahvé (56, 14), habitar en su casa (61, 5.8), alegrarsey saltar dejú b i­ lo an te Dios (68, 4), estar siempre a su lado (73, 23), morar en su casa, tener en Dios su fortaleza y anhelar frecuentemente sus subi­ das, subir animosos para ver al Dios de los dioses en Sión, más que mil vale un día en tus atrios (84, 5ss.), habitarán los hijos de tus siervos a llíy permanecerá ante ti su posteridad (102, 29). Un extracto del ritual de la entrada en el templo aparece en aquellos salmos que han sido caracterizados como liturgias de entrada, liturgias de admisión en el templo, liturgias de la puerta y liturgias de la Torà: 15 y 24. Las liturgias de entrada se hallan rela­ cionadas íntimamente con los cánticos de Sión. Se trata de salmos que glorifican a Sión. La montaña santa de Jerusalén es el lugar en que Yahvé está presente. A este tipo pertenecen los Sal 46, 48, 76, 84, 87, 122, 132. El nombre deriva del Sal 137, 3: «Allí los que nos tenían cautivos nos pedían que cantásemos; los que nos habían lle­ vado atados, que nos alegrásemos: cantadnos alguno de los cánti­ cos de Sión». También el Sal 118 con sus exclamaciones, exhortacio­ nes y responsorios nos recuerda el ritual litúrgico de la admisión al templo. El Sal 121 señala esta misma situación79. Los Sal 15 y 24, que acabamos de calificar como «liturgias de la puerta... de la Torà», son semejantes al acto penitencial previo a nuestra celebración de la eucaristía. La pregunta del peregrino es contestada por una serie de exigencias ético-morales que el sacer­ dote recepcionista exponía. Es de notar la ausencia de elementos rituales y la insistencia en lo esencialy lo existencial. Todo se halla animado por el espíritu profètico. Es algo así como la óptica gene­ ral en la que debe vivirse la experiencia religiosa. Más que una lista de prescripciones legales, se trata de la a ctitu d v ita lperm anente que abarca la to ta lidad de la existencia; es una llam ada moral a la opción fundamental válida para la vida y que puede tener efectos constructivos o destructivos de la comunidad. El aspecto comunita- 79 H.-J. K rau s, o . c ., I, pp. 87, 93.

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