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LA ORACIÓN EN LOS SALMOS (II) 29 del pasado como presente y vivido experiencialmente, llevaba con­ sigo que la vivencia singular de cada uno, del pueblo y del indivi­ duo, se enraizase profundamente en el acontecimiento salvífico del pasado. E lpasado seguía ocurriendo en e lpresente y lo que se cele­ braba aquí y ahora estaba justificado por el enraizamiento del pre­ sente en el pasado. La interpretación cultual de los salmos no exclu­ ye en modo alguno una comprensión histórico-salvífica y personal. Más aún, éstas son incomprensibles sin aquélla. Existe una cone­ xión entre los momentos y las personas que lo unifica, lo enriquece y lo actualiza 77. La presencia del juicio, tan frecuentemente mencionada en los salmos, es la consecuencia de la decisión de Yahvé sobre la suerte d e l orante o d e l impío, particularmente en los salmos de lamenta­ ción. Antes de entrar en el desarrollo de este pensamiento quere­ mos aducir el paralelismo del NT, más cercano a nosotros y, consi­ guientemente, más fácilmente comprensible. No hay ninguna parcela propiamente humana exenta del juicio divino. Esta universalidad de competencia obedece a que Dios tiene jurisdicción no sólo en el ámbito de la ley moral, en el orden del cumplimiento de la Ley. Esto equivaldría a quitar al ser humano su verdadera identidad. Se le degradaría. La proyección del juicio divino se centra, en primer lugar, en el ser humano en cuanto tal. Secundariamente y como derivación nece­ saria, en el ámbito de la moralidad práctica. Esta conexión entre e l orden d el ser y e l d el obrar o d e l deber sólo se encuentra en Dios. Sólo en esta conexión encuentra el orden moral su más profunda justificación. Y esta conexión obliga al hombre a actuar no sólo con­ forme a una Ley moral, sino de acuerdo con la naturaleza en la que se sustenta y con el autor de la naturaleza que las une. Aquí radica la condenación más absoluta del actuar «según me apetece», que es lo mismo que conducirse guiado por los instintos, o de hacer de mi cuerpo lo que me venga en gana. Dicha actuación no es humana78. Yahvé hace acto de presencia y se sienta en su trono para reali­ zar el juicio. Hemos afirmado la unión de la teofanía y del juicio de 77 A. W eiser, o . c ., I, p. 28. 78 F. F. R amos , Elfinal del camino, o. c., p. 263.

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