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24 FELIPE F. RAMOS su luz. Esta tradición sobre un lugar muestra que la teofanía del Sinaí fue transferida a Jerusalén. Y, evidentemente, aquí tenemos una representación cultual de la manifestación divina y de la pro­ clamación del juicio (v. 7ss. En el v. 3: «Viene nuestro Dios y no en silencio. Le precede ardiente fuego, le rodea furiosa tempestad», vuelve de nuevo a acentuarse que Yahvé se manifiesta para hablar. Laproclam ación de la palabra de Dios es e l contenido y la fin a li­ dad de la teofanía. En todo caso deben se acentuadas la teofanía y las palabras del juicio 74. Dios se hace presente y se dirige (vuelve su «rostro») contra aque­ llos que quetrantaron las leyes de la alianza y los expulsa de su pue­ blo (Lev 17, 10; 20, 4.6). Teofanía y ju icio son inseparables. En ellos se valoran la manifestación de la fidelidad a Yahvé (Éx 19, 8; 24, 4; Jos 24, lóss., 24), la renuncia a los dioses extranjeros (Jo s 24, 14- 15.23), la santificación y autopurificación de la comunidad de Yahvé. Igualmente inseparables son el pensamiento del juicio y de la alianza, porque ambos se insertan en la unión del conocimiento del ser y del querer o de la voluntad divina. Pensamientos que aparecen siempre en el culto, aunque el género literario de los salmos difiera profunda­ mente entre sí. Teniendo en cuenta la historia salvífica como tal, la unión de la teofanía y del culto, la inseparabilidad del juicio y de la alianza, nada tiene de particular la frecuencia con que aparece el pensa­ miento del juicio: «Mostróse, dio su juicio, y quedó preso el impío de la obra misma de sus manos» (Sal 9, 17). «Está Yahvé en su santo palacio; tiene Yahvé en los cielos su trono; ven sus ojos, y sus pár­ pados escudriñan a los hijos de los hombres. Yahvé prueba al justo y al impío, y su alma aborrece al que ama la violencia. Lloverá sobre los impíos carbones encendidos; fuego y azufre, huracanado torbe­ llino será la parte de su cáliz. Porque justo es Yahvé y ama lo justo, y los rectos verán su benigna faz» (Sal 11, 4-7). «Mi causa saldrá bien en tu presencia, pues tus ojos perciben rectamente. Si exploras mi interior, si me visitas en la noche, o si quieres probarme en el cri­ sol, nada habrás de encontrar; la iniquidad no pasa por mi boca. Por mi parte, en rectitud, podré ver tu presencia y, al despertarme, 74 H.-J. K rau s, o . c ., I, pp. 744-748.

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