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22 FELIPE F. RAMOS VIH. LA PRESENCIA DEL JUICIO El tema del juicio y el de la gracia son inseparabbles. El uno no existiría sin el otro. El veredicto negativo o positivo que implican tiene su origen en el Juez singular que ha establecido las cláusulas conforme a las cuales deberá emitir su dictamen. Esto ocurre en los salmos. Pero el evangelio, con ser fundamentalmente gracia, no se ha olvidado del polo opuesto, que se halla en el centro de gravedad de la predicación de Jesús. La predicación de Jesús empalma directa­ mente con la del Bautista. Su invitación urgente e incesante a la con­ versión tiene su justificación en el pensamiento de que el juicio de Dios se cierne sobre todos los hombres. Se trata de algo a lo que nadie puede sustraerse. De ahí que Jesús se considere cumpliendo su misión cuando pone de manifiesto la seriedad del juicio y la res­ ponsabilidad del hombre ante él. El pensamiento del juicio se halla recogido en los diversos aspectos de su predicación. El pensamiento del juicio es el centro de gravedad de la pre­ dicación de Jesús. La comprensión de su predicación y de su misma persona se halla condicionada por él. Si no existiese este juicio que Jesús anuncia, su predicación y su mismo ser quedarían reducidos a la dimensión histórica de un acontecimiento importan­ te, pero simplemente intramundano. Esto significa que ni su predi­ cación ni su persona tendrían importancia alguna en el terreno de las relaciones del hombre con Dios. Si, por el contrario, el juicio divino anunciado por Jesús es la realidad inexorable que él predi­ ca, entonces la vida humana tiene que acogerse a la justicia salva­ dora de Dios, que, en Jesús, dice al hombre: «Tus pecados te son perdonados»72. Los pensamientos evangélicos aducidos como ambientación del tema del juicio en los salmos nos sirven para comenzar a exponer el aspecto judicial tan ampliamente desarrollado en el salterio. E l origen causante d e l mismo lo ofrecen e l conocim iento d e l ser y d e l querer d e l D ios de la a lian za . El juicio de Yahvé actualiza la anti­ gua decisión sobre la dicha de los fieles y la desgracia de los impí- 72 F. B üchsel , Krino, en TWzNT, 111, p. 936; Felipe F. R am o s , E lfin a l d el camino, «Teología en Diálogo», Salamanca 1999, pp. 262-263.

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