PS_NyG_2002v049n003p0507_0517

514 ANTONIO DE OTEIZA Has matado un mínimo mosquito que se había posado en la pági­ na de ai libro, pero ahí estaba lo que todavía la ciencia no ha logra­ do superar, y ha quedado la muy breve mancha cenicienta, y otro golpe de dedo y ya nada existe, pero si seguidamente te detienes a reflexionar, esa es la conciencia que alguien puede tener por la vida. El arte llegado desde la racionalidad del ser humano, por el hombre revestido de creatividad, es ahora una nueva criatura en esa naturaleza, y esa es la hermandad que la obra del artista debe tener con la naturaleza, dos seres distintos que han llegado a una existencia en común, y ya también con igual finalidad, la vida. Así vamos devolviendo a la naturaleza aquello que ella misma nos sugiere, su cercanía nos da nuevos impulsos, su silencio elo­ cuente hasta hacernos rumor visual, visualizar en lo posible su pala­ bra atormentada, el futuro cercano que los acontecimientos del pre­ sente nos puedan anunciar. Al contemplar la naturaleza, crece en la mente imaginativa del ser humano un prolongado discurso que no se interrumpe a nues­ tro paso por ella, y así el arte, en correspondencia, debe obligarse a hacerse cercano a ella; que el arte le descubra su callada elocuen­ cia, que la acompañe en esta hora difícil, que descubra su necesa­ ria existencia para la vida material y espiritual del hombre. Se está en la búsqueda de las realidades que nos rodean, en penetrar en lo posible en su hondura, saber abrirse camino hacia el espíritu que nos trae el presente. El artista que sobresalga del grupo seguramente será aquel que trabaje con más naturalidad, naturalidad de naturaleza, que así se comporta ella. Para sentir con mayor veracidad esta sensación de integración en la naturaleza, para nuestro comportamiento de naturalidad, y con el arte que ejercitemos, el desprendimiento que podamos tener por todo aquello que nos sea superfluo es un buen acondicionamiento, pues así podremos romper distancias entre lo que nos es propio y lo ajeno, que ya todo lo vengamos a sentir como propio, que toda la naturaleza la sintamos en propiedad. Gratificante la sensación del caminante por la selva al venir a creer que todo le pertenece y le crecerá la alegría y el canto y la comprensión con esa naturaleza, que marginarnos de la naturaleza es ya quedarnos en el vacío.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz