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NATURALEZA HERIDA Y EL ARTE 517 Quizá venga a precisarse aquí de una simplicidad, de cierta naturalidad y facilidad en el hacer del artista, tener cierta semejanza de entendimiento con la naturaleza a la que miramos. Las mismas formas que guarda la naturaleza se hacen traslada­ bles, sugerentes, posibles, a través de esos planos. Esa escultura, en la particular condición de cercanía en la que está viviendo, se presenta también más verdadera y más cálida. Que toda cercanía en el dolor ajeno nos hace también más creí­ bles. Una obra encajada en su apropiado lugar está en alegría y con­ tagia de ella al ambiente, esa obra tendrá su fuga de visión hacia esa naturaleza, está abierta, se establece un lazo. Esa obra se está haciendo comprensible, se la relaciona con la naturaleza, y en ello está la mejor clave para su mejor compren­ sión. La naturaleza toda se acerca al hombre, en ella vivimos y todo aquello que la recuerde posiblemente que lo entendamos también mejor. La comprensión que se puede tener hacia la naturaleza es ya de alguna garantía de autenticidad de la misma obra, y la intuición del artista aquí se añade, además de cierto comportamiento ético, por esta voluntad de acompañamiento. La palabra callada de la naturaleza, la palabra callada de esa escultura aquí se hacen voz, palabra en diálogo, posiblemente tam­ bién diálogo sonoro. Lo que aquí venimos contando no responde exactamente a una visualización, pero sí es la reflexión primera que el artista fragua en su mente para poder seleccionar aquellos datos que tiene a la vista, que ellos se compongan y se expresen desde su personal interiori­ dad, y desde este entendimiento de lo que se pretende aparecerá la necesaria unidad de la obra con su paisaje. Antonio de O teiza , OFMCap. Salamanca

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