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456 ALEJANDRO DE V1LLALMONTE Actualmente, dentro del más sano pueblo católico, la creencia en Satanás se encuentra en franca decadencia. En Italia el 55 % no acepta la enseñanza oficial de la Iglesia en este punto. En otros paí­ ses católicos encontraríamos similar porcentaje e incluso mayor de «incrédulos» respecto a la existencia del Diablo y respecto a las fun­ ciones que tradicionalmente se le atribuyen. Como motivos de esta ‘incredulidad’ respecto a Satán, señala Prini: a) la imposibilidad que el hombre tiene de comunicarse con seres de otro philum genético y étnico si no es por medio de lenguaje o de cualquier otro signo sensible; b) la repugnancia moral en imaginar que exista un ser cuyo quehacer único sea hacer el mal; c) o bien la imposibilidad de expli­ car, sin ofender al Creador, que existen dos especies de seres inteli­ gentes en lucha irreconciliable entre sí, la una forzada a atormentar y la otra forzada a ser atormentada por la primera (p. 42). No sólo la teología cristiana, también el pensamiento secular de Occidente se ha preocupado por lo satánico, lo demoníaco en los individuos y en la historia. Lo demoníaco-satánico es tema notablemente goloso para literatos de diversa especie, para la ‘curiosidad’ teológica, para el psicoanálisis y la psicología profun­ da, para la parapsicología. Testimonio los escritos de hombres como Kafka, Baudelaire, Jouhandeau, Sartre, Gide, Papini, Dos- toiewski. Para el Prof. Prini, Satanás « tendría la función simbóli­ ca de poner de manifiesto de la radicalidad y el riesgo de la alter­ nativa entre el Ser y la Nada» (p. 44). Una manera de testimoniar la presencia de las fuerzas del mal en la historia humana y el ineludible peligro que corre el hombre de sucumbir a ellas 4. D efa bu la ción d e lo infernal Muy unida a la «increencia» en Satanás está la «increencia» en el infierno, reino de Satanás. Una clásica ‘verdad eterna’ que muchos católicos practicantes y comprometidos en trabajar por el Reino de Dios en el mundo se permiten cuestionar a fondo, o negar con toda tranquilidad. Con enmienda a la totalidad o alguno de sus contenidos básicos. No es admisible la afirmación redonda y tajante de que el miedo sea el origen del culto a los dioses, de la religión. Pero es indudable que uno de los grandes recursos que la pastoral cristia-

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