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EL CISMA EN LA IGLESIA CATÓLICA 501 es sabido que cualquier mínima oscilación en el concepto de «Dios» afecta a todo el modo de pensar y de vivir nuestro Cristianismo. Es seguro que todo cristiano piensa que su ‘Dios’ es un ‘Dios con nosotros’: Emm anuel. Pero, buscando el motivo de por qué Dios ha querido «habitar, fijar su tienda entre nosotros», grandes doctores cristianos como Agustín, Anselmo y otros piensan que Dios vino al mundo de los hombres p a r a restablecer el orden qu e exige la justicia, orden perturbado p o r el p e c a d o d e Adán y su p r o ­ g en ie. Pero me parece del todo más aceptable la doctrina de los teólogos franciscanos que, desde el beato J. Duns Escoto, piensan que Dios viene a estar con nosotros porque quiere que otros com­ parten con Él la Amabilidad infinita de su Ser. Primero Cristo, como supremo Glorificador, Amante de la Trinidad (vult diligi a b Alio summe). Luego quiere otros seres, otros ‘condiligentes’ que partici­ pen de su vida divina (vult h ab ere alios condiligentes Se). Es decir, quiere intervenir en nuestra historia para entra establecer el «orden del Amor», que está antes y sobre el «orden de la Justicia». Pudiera encontrarse aquí una raíz primera, muy fina, casi imperceptible, pero vigorosa, del «cisma sumergido» que puede detectarse en el seno de la Iglesia católica. Porque todas las corrientes mayores de teología y de espiritualidad dentro de la Iglesia se diversifican por su forma peculiar de pensar y de vivir a Dios y Cristo su Enviado. Alejandro d e V illalmonte , OFMcap. E-mail: Capuchinosl@teleline.es Salamanca, dic.-2002

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