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498 ALEJANDRO DE VILLALMONTE do cincuenta años antes, la tormenta provocada por M. Lutero pudiera haberse evitado, o mitigado sus consecuencias no desea­ das. Los aciertos del Concilio de Trento llegaron tarde para gran parte de la Europa cristiana. La Ilustración del siglo x v i ii ofreció al Catolicismo la oportunidad para aggiornarsi, para aculturarse-inculturarse dentro de la nueva «cir­ cunstancia vital» que se estaba creando. Pero la Iglesia oficial y la teo­ logía de la época, la oficial y la oficializada rehuyó tenazmente todo intercambio durante todo el siglo xrx. E s interesante a este propósito el caso de dos magnos apologistas católicos de este siglo, J. de Mais- tre y J. Donoso Cortés. Ambos combatieron sañudamente a la Ilustra­ ción y a la nueva situación cultural por ella creada. Y hecho curioso para el tema que estamos tratando: ambos señalaron que el «pecado original» de los Ilustrados era haber despreciado el «dogma» cristiano del «pecado original». Con un poco de humor podríamos sugerir que, el ‘pecado original’ de estos apologistas, pudo consistir en que die­ ron demasiado protagonismo al «dogma» del pecado original. 3. A finales del siglo xix, el papa León XIII se abría a la moder­ nidad, pero con suma cautela y bajo el signo de la restauración. Y de forma efímera. Porque inmediatamente surgió la dura lucha de la Iglesia oficial y de la teología oficial y oficializada contra el modernismo, calificado como ‘síntesis todas las herejías’, como lo había sido el liberalismo en el siglo xrx. El modernismo fue reprimi­ do con métodos que, excepto en la violencia física, tenía poco que envidiar a la Inquisición de siglos anteriores. En la polvareda y fra­ gosidad del combate se llegó a luchar contra propuestas de induda­ ble importancia, solvencia y viva actualidad provenientes exégetas y teólogos honrada y valientemente ‘modernos’. Dentro de la lucha y represión antimodernista se combatió con frecuencia contra algo muy legítimo y saneado dentro de la modernidad. Tanto en los estu­ dios bíblicos como en los teológicos en general. La represión anti­ modernista pudo provocar un retraso de varios decenios en el desa­ rrollo de las ciencias teológicas: la exégesis y la teología sistemática, según hemos oído comentar a más de un profesor de las mismas 39. 39 En la década de los cincuenta, en conversación particular, un escriturista alemán, muy apreciado en su tierra, decía, con buen humor y grafismo, que la

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