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EL CISMA EN LA IGLESIA CATÓLICA 495 nuestras posibilidades de pensar y hablar sobre estos temas. Los que mueren en Cristo son trasformados «instantánemante e inmedia­ tamente» a imagen y semejanza del Señor resucitado y son incorpo­ rados a Él en forma definitiva y plena (escatológica). No hay base para hablar del «estado» de purgación, maduración, penalización ultraterrena por los pecados cometidos en vida. 2. La opinión más tradicional habla del «purgatorio» al modo como acabamos de indicar. El Catecism o de Astete, el más popular en España desde el siglo xv ii , la describe como «el lugar don d e van las alm as d e los qu e mueren en gracia, sin h ab er enteram ente satisfe­ cho p o r sus pecados, p a ra ser a llí pu rificados con terribles tormentos». Descripción que encierra casi tantos problemas e inexactitudes como palabras Se piensa en una especie de infierno temporal y por simila­ res motivos, para satisfacer ante la justicia divina las penas debidas por los pecados. Ya hemos dicho que la única «pena» que es inhe­ rente al pecado y que Dios pide al pecador es ‘la pena-dolor’ por hacer pecado: el acto de amor perfecto, el ‘corazón contrito y humi­ llado’, es lo que agrada a Dios (Sal 50). Tanto la teología como la pastoral católica deberían abandonar del todo el lenguaje que hablan de los fieles que se encuentran el purgatorio «como alma en penas», penando por los pecados, por los que no penaron suficientemente en este mundo. Hablar de las «terribles llamas, los terribles tormentos» de las «ánimas benditas» parece una expresión de masoquismo, sadis­ mo inconsciente e involuntario sin duda, pero que permanece vivo en el subconsciente colectivo de muchos cristianos. Educados, duran­ te siglos, en ideas falsas sobre la justicia vindicativa de Dios respecto al hombre pecador. La reconciliación del pecador se realiza siempre y exclusivamente según las exigencias de la Gracia (según el ordo Amoris et Gratiae). Nunca según las exigencias de la Justicia (del ordo Iu stitiae) que penaliza al pecador arrepentido, según exigencias del viejo mito de la pena y no según la realidad del Evangelio, expresa­ da en la reconciliación otorgada al hijo pródigo. 9. L a TEOLOGÍA DE LA PENA Y EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA Dentro de la zona de influencia de la ‘teología de la pena’ hay que incluir la doctrina y práctica del sacramento de la penitencia. En nuestros días, son muchos los que hablan de él como ‘sacramento

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