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490 ALEJANDRO DE VILLALMONTE libre del hombre con Dios) en forma unívoca. Dando por resulta­ do la «juridización» y politización del acontecimiento de la reconci­ liación: se les despojó de su sentido ético y, sobre todo, ‘religioso’ y se les explicó mediante las categorías jurídicas, legales y políti­ cas de «culpa», «pena», «justicia». Recordamos que, a tenor de lo expuesto en páginas anterio­ res, es patente que la ‘teología penal’ está en la base de la ense­ ñanza tradicional sobre el Diablo y su acción en el mundo; sobre el pecado original y su castigo; sobre el infierno como castigo eterno impuesto por la justicia vindicativa del Juez supremo. No vamos a reiterar los comentarios. Pasamos, pues, a otros puntos. 4. La teología penal tiene claros comienzos edad patrística, desde el jurista cristiano-romano Tertuliano hasta san Agustín. Pero recibió brillante y exitosa ratificación cuando san Anselmo la hace base de su cristología y soteriología en la obra Cur Deus Homo = Por qué Dios se h ace Hombre. Dios se hace hombre para ofrecer satisfacción infinita por la ofensa infinita infligida a la majestad de Dios por Adán y su progenie. Se parte de un concepto jurídico, legalista y político de ‘pecado’, pues lo homologan con el de rebel­ día, delito de lesa majestad imperial. Por consiguiente, lo mismo que hay que castigar la rebeldía de los ciudadanos según derecho, según lo exige la ley civil-política, así hay que castigar la rebeldía del hombre contra la Majestad de Dios. A la rebeldía de Adán (y toda su progenie en él) se le dota de una grandeza infinita por dirigirse contra la infinita Majestad de Dios. Dado que la ofensa es «infinita», la satisfacción por ella ha de ser infinita. Tal satisfacción sólo el Hijo de Dios la puede ofrecer y ofrece en la Cruz. Esta interpretación penal, satisfactoria, expiatoria de la Cruz de Cristo ha prevalecido en la Iglesia occidental hasta hoy mismo. El lector teólogo podrá percibir los diversos apriorismos sobre los que se teje la teoría de Anselmo. Propuesta con la finalidad explícita de ‘racionalizar’ de dar «razones necesarias» para comprender el miste­ rio de por qué Dios «tenía» que hacerse Hombre y «tenía» que morir en la Cruz: Para satisfacer a la Justicia divina. 5. Hay textos del Nuevo Testamento que podrían favorecer esta visión penalista del sacrificio de Jesús en la Cruz. Se trata de un caso claro de aculturación del Mensaje de la Cruz en la menta-

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