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454 ALEJANDRO DE VILLALMONTE teólogos para vehicular los contenidos de su fe desde el primer siglo de la era cristiana. Cualquier hombre educado en esta moder­ na mentalidad evolutiva —ejemplo paradigmático: Teilhard de Char- din, ya en los años veinte— no podrá menos de señalar con ener­ gía la incompatibilidad total de la ciencia moderna con la teoría antigua sobre el origen del hombre, sobre su inicial estado paradi­ síaco, sobre su grandiosa acción pecadora, presentada como origi­ nan te de la mísera situación en que se encuentran los pertenecien­ tes a la estirpe adánica. 2 . E l pr ec e pt o , el peca d o o rig in a l , S atanás El precepto impuesto por Dios al primer hombre, recién sali­ do de sus manos, es una manifestación, en el plano de la ética, de aquella trascendencia divina que acabamos de mencionar. Según la tradición, tanto religiosa, como cultural de Occidente, el quebrantamiento del precepto trastornó radicalmente la relación del hombre con Dios, pero también las condiciones existenciales del hombre en relación con el cosmos, en relación con la socie­ dad, en su propio interior. Durante siglos se mantuvo con seguri­ dad dogmática inquebrantable en la existencia del individuo Adán (y de sus actuaciones narradas en Gén 2-3) como persona, dotada de una densidad histórica comparable a la de Pablo de Tarso o Francisco de Asís. Esta opinión ha sido del todo abandonada en la actualidad. Incluso Rm 5, 12-21 y el famoso paralelismo antitéti­ co Adán-Cristo, que sin duda allí existe, no exige que Adán tenga una densidad óntica e histórica equiparable a la de Jesús de Naza- ret, el Salvador. Basta en tender la figu ra de Adán y su fu n c ión en sen tido sim bólico. Simbolismo que no debe llevar a disminuir la importancia doctrinal del texto paulino ni de su fuente, el relato de Gén 2-3. Más bien lo acrecienta positivamente, evitando los peligros del craso historicismo y literalismo antiguo. La lectura mítico-simbólica de la figura de Adán y de su fun­ ción ofrece mayor riqueza significativa y mayores posibilidades comunicativas que las ofrecidas por el metalenguaje abstracto, con sabor a gnosis (P. Ricoeur) de las especulaciones escolásticas sobre la teología de Adán y de su pecado. Lo importante, lo que hay que retener como seguro en el texto paulino, es qu e todos los hombres

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