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488 ALEJANDRO DE VILLALMONTE «Supongo que si nos hemos reunido aquípara hablar del mito de la pena, es a causa de la teología de la pena. Más concreta­ mente de la muerte de esta teología penal: en la predicación cris­ tiana y en toda nuestra cultura. El hombre moderno no compren­ de en absoluto de qué se habla cuando se define el pecado original como un crimen jurídicamente imputable, en el cual esta­ ría masivamente implicada la humanidad como una masa. Per­ tenecer a la ‘masa de perdición ’ culpable y punible en términos jurídicos de crimen, estar condenado a muerte según las leyes jurídicas de la pena, todo esto nos resulta incomprensible. Pues bien, esta teología penal es inseparable del cristianismo, al menos en una primera lectura del mismo. La cristología toda entera queda inscrita en este cuadro de la teología de la pena; por el doble canal de la expiación y de la justificación. Estos dos luga­ res teológicos son tradicionalmente ligados a la pena por fuertes lazos racionales. La muerte del Justo es interpretada como sacrifi­ cio de una víctima que da satisfacción a la ley de la pena. Él \sufrepor nosotros ' significa que él ha pagado por nosotros el pre­ cio de un castigo por un antiguo crimen. Diré más abajo que esta interpretación puramente penal no explica totalmente el misterio de la Cruz, y que la teoría de la satisfacción es tan sólo una racio­ nalización de segundo grado de un misterio cuyo centro no es el castigo sino el don -33. 2. La ‘teología de la pena» está claramente fundada y se ali­ menta de los mismos presupuesto y provoca similares problemas que el «mito de la pena». Éste, por decirlo en pocas palabras, con­ siste en la afirmación-creencia en una correlación indisoluble entre el crimen y el castigo, la culpa y la pena. Así lo expresan estas palabras del poeta Horacio: «La pena es compañera inseparable de la culpa " 34. Nada parece más obvio para el sentimiento de justicia 33 Paul R ic o e u r , «Interpretation du mythe de la peine», en Le mythe de la peine. Actes du Coloque organisé par CIEH et par I. E. Ph. Rpme, 7-12 janvier 1967. Publicado por Aubier, 1967, pp. 27; 23-42. Un comentario a este mito-teología de la pena, en relación con la doctrina del pecado original, en A. de V illalm onte , «El mito, la filosofía, la teología, el dogma del pecado original», en Naturaleza y Gra­ cia, 48 (2001) 401-468; 426-444. 34 H o r a c io , «culpam poena premit comes», Odas, lib. IV, 6. El poeta conoce también la existencia de la culpa ancestral, la trasmisión de la culpa y pena por

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