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EL CISMA EN LA IGLESIA CATÓLICA 481 nadas palabras de Don Quijote moribundo: -Señores, vámonos poco a poco, pues en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño!». Quiere decirse que el terrible discurso de antaño sobre los tormentos infer­ nales preparados por la cólera de Dios para los malvados, hogaño no lo soporta la sensibilidad espiritual de los mejores cristianos. Indi­ camos alguno de los motivos de este desacuerdo. 3. Podría pensarse que, al excluirlos del Reino celeste, Dios no ha querido decirnos nada más sobre la ulterior situación de los «injus­ tos». Sencillamente porque no interesa para la generosidad de nues­ tra decisión por Dios en la fe, esperanza y amor. Preguntar por la suerte de los ‘impíos’ parece introducir, subrepticiamente, esta otra pregunta, ¿qué será de mí si no respondo a la llamada de Dios? Pre­ gunta cargada de sospechosa curiosidad y de falta de generosidad. Porque, si Dios es de verdad todo para el creyente, ¿qué interés puede tener cualquier cosa que hubiere fuera de Dios? Desde luego, no haría la pregunta el que escribió el célebre soneto. «No me mueve mi Dios para quererte/ el cielo que tienes prometido/ ni me mueve el infierno tan temido/ para dejar por eso de ofenderte... Pues aunque no hubiera infierno/ lo mismo que te quiero te quisiera »27. 4. El símbolo de la «muerte eterna» a la que son destinados los malvados pudría sugerir que éstos son aniquilados por Dios. Si la ani- falsa de lo que es la auténtica «situación teologal» de los «injustos» tras ser excluidos del Reino. Que el infierno sea un «lugar» es pura imaginación mítica. Que como «situa­ ción» haya de ser dolorosa, no puede caber duda. Pero que el sufrimiento sea ‘castigo de Dios’ no se puede decir, porque no es verdad, a tenor de lo que estamos. En todo caso definen la realidad de la «situación de condenación (de lo «infernal») por lo más superficial de ella, aunque sea lo más temido y lo más conocido. Y lo más criti­ cable de esta creencia. 27 Estos magníficos versos nos invitan a pensar sobre el valor moralizante- pastoral que pueda tener el tema del infierno. Para reflexionar sobre el tema con­ vendría tener presentes algunos hechos. Durante siglos, el recurso a la figura del infierno ha sido utilizado para ‘meter miedo’ a los creyentes. No es raro calificar este recurso como auténtico terrorismo espiritual practicado sobre los fieles. Cierto que el temor de Dios es actitud básica en todo creyente, según pide de continuo la Escritura. Pero se le califica de ‘santo temor de Dios’ porque se apoya en el res­ peto, en el amor y estima de su grandeza y de su amor a los hombres, en los beneficios de Dios recibidos. Pero muchas de las predicaciones tradicionales sobre el infierno, verdad eterna, fomentaban más el miedo que el respeto a Dios. Muchos cristianos temen el infierno no porque implique la pérdida de Dios, sino porque temen ser quemados en el honor de fuego inextinguible.

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