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EL CISMA EN LA IGLESIA CATÓLICA 475 en manos de apologistas católicos, como «martillo de herejes» muy utilizado para aplastar las mencionadas herejías específicas de la modernidad: su optimismo humanista y su impulso prometeico hacia el progreso, hacia la superación más posible de todas las limitaciones humanas. 8. P a r e c e h istóricam en te in du d ab le qu e la teoría d el p e c a d o original, au n qu e no sea el único, p e r o tal vez s í sea el motivo p r i­ m ord ial d e la ap a rición y consolidación d el fen óm en o d el ateísmo dentro d e la cultura occidental. Al menos en un pensador tan influ­ yente como F. Nietzsche es claro que la idea del pecado original le servía de máximo impulso para su repulsa pasional del cristia­ nismo. Así lo delata su obra El Anticristo. Es llamativo el hecho de que en ningún otro círculo religioso y cultural ha surgido un ateís­ mo tan amplio y agresivo como el que ha surgido y permanece en el seno de la Cristiandad y cultura de Occidente. — Se comprende este protagonismo de la teoría del pecado original en la génesis del ateísmo si reflexionamos sobre las carac­ terísticas con que ha sido expuesto este «dogma» ante el hombre occidental. Concretamente el concepto de «Dios» y de «hombre» implicado en dicho «dogma». Como es sabido, el problema del mal y su armonización (su no armonización) con el concepto (precisamente ‘cristiano’) de Dios ha sido «la roca del ateísmo» de los Ilustrados y de los ateos poste­ riores. No podían armonizar la existencia de Dios bueno y provi­ dente con el hecho del terremoto de Lisboa de 1755. Pero con mayor motivo no podían armonizar el concepto de Dios con hecho de que este Dios era presentado como castigando con «tanta mise­ ria» a todo el género humano, hasta el final de los siglos, hasta las profundidades del averno. Con motivo del oscuro pecado de un solo hombre rudimentario, ocurrido en los nebulosos tiempos ori­ ginarios. Para los Ilustrados, entraba en juego un p r o b lem a ético: un hombre honrado y justo del planeta tierra no puede ejercer la justicia en esta forma. Forma de actuar que se parece un acto de ‘venganza infinita’ más que a una justicia serena y razonable. En el A. d e V illa lm o n t e , «Visión evolutiva del mundo y pecado original», en Estudios Franciscanos, 78 (1977) 329-369. En forma más sistemática, I d ., El pecad o original. Veinticinco años de controversia. 1950-1975, pp. 35- 74.

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