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EL CISMA EN LA IGLESIA CATÓLICA 469 sido creada la figura de Satanás. Pero el recurso a Satanás en el problema del mal no evita el que podamos seguir hablando toda­ vía de «la imposible teodicea» (J. A. Estrada). Incluso exacerba más la ‘imposibilidad’ constitutiva de toda la teodicea clásica para expli­ car la entrada del mal en el mundo 9. 9. Nuestra reflexión sobre Satanás parece que puede terminar tranquilamente con esta afirmación: podemos y debemos despedirnos de un Satanás que tenga la entidad y densidad óntica de una per­ s o n a A este nivel bien se puede hablar de la necesaria ‘liquida­ ción del diablo’. Pero debemos mantener como fecundo y, en reali­ dad, insuperable, el contenido simbólico que en torno a esta figura se ha querido recoger y mantener durante siglos. Un ‘personaje’ imprescindible en el Gran Teatro del Mundo. Como lo son los alia­ dos y manifestaciones de Satanás: la Soberbia, la Envidia, la Lujuria y todos los vicios humanos. No en vano se dice que los siete peca­ dos capitales son las siete cabezas del Dragón infernal. No será correcto hablar del Diablo como de un fantasma, como no es fan­ tasma la Soberbia. No debe ser tajante la alternativa, el Diablo , ¿sím­ bolo o realidad? El Diablo es una «realidad simbólica». O bien un símbolo con contenido real en el mundo de los símbolos. Sólo eso, pero también todo eso 10. Satanás no es un ente ‘físico’, como pen­ saban las brujas, los inquisidores y los exorcistas. Pero tampoco es 9 Respecto a la ‘teodicea’ (defensa de Dios) buscada mediante la intervención del Diablo podría recordarse la anécdota que se cuenta de un misionero católico en tierras de Canadá. Repetía el buen padre que todos los males que les ocurren a la gente se deben a la acción del Diablo, no al Dios bueno. Un indígena le dirigió esta ingenua y comprometedora pregunta: «¿Y por qué el buen Dios no mata al Diablo?«. En vez de destmirle la teología cristiana dice que Dios le concede al Diablo amplios poderes para que haga daño a los hombres en este mundo y en el otro. 10 En el libro que comentamos se recoge un texto del conocido teólogo ita­ liano G. B a g e t Bozzo titulado Satanás ha muerto, la redención es imposible. No parece aceptable esta deducción. Sólo podría valer, y no del todo, dentro de una visión primordialmente «hamartiocéntrica» de la acción salvadora de Cristo y del Cristianismo en general. Pero éste no es, primordialmente, una ‘religión soterioló- gica’, sino latréutica, glorificatoria de la Trinidad. Si bien haya que añadir que, dentro de la Gloria de Dios, se envuelve la glorificación del hombre (san Ireneo). Porque la acción salvadora de Cristo es también, con similar primordialidad, ele­ vante, deificante del ser humano. Así la propone la teología del Oriente cristiano. Y, en Occidente, la cristología franciscana del beato J. Duns Escoto.

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