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LA ORACIÓN EN LOS SALMOS (I) 411 Como ejemplo significativo de los mismos ofrecemos una breve presentación del Sal 136. Es considerado como el gran Hallel; los que tradicionalmente llevan este nombre (Sal 120-136, o más habi tualmente, 113-118) son una extensión de éste. La liturgia judía lo había reservado para las grandes solemnidades. Era cantado por un salmista y el coro, o el pueblo, repetía al final de cada hemistiquio el estribillo «porque es eterna su misericordia»; se inicia con el alleluya; ya la apertura estaba justificada por la alabanza debida a Yahvé por su gran bondad y misericordia infinita (w. 1-3); su nombre recibe la precisión de «Dios de los dioses» y «Señor de los señores» que sitúan a Yahvé, no por encima de los dioses falsos, como se dirá en otras ocasiones, sino por encima de todos los señores y reyes del mundo. La primera estrofa (w. 4-9) celebra las obras de Dios en la crea ción, siguiendo el relato de la misma (Gén 1): él lo ha creado todo; destaca su sabiduría teniendo en cuenta la armonía y la belleza; la solidez de la tierra y el oficio encomendado a los astros (repite lo afir mado en Gén 1, 16-18). La segunda estrofa (w. 10-15) canta la libera ción de Egipto con los prodigios realizados a favor de su pueblo y los que hizo en contra del faraón, resumidos en la matanza de sus primogénitos. Al estilo clásico habitual. En la tercera estrofa (w . 16- 22) el salmista celebra a Yahvé como guía y protector en su marcha a través del desierto y su ayuda decisiva en la conquista de la tierra prometida. La victoria sobre Seón y Og sólo es un ejemplo y evita la enumeración del resto de los reyes vencidos para eludir la monoto nía en la presentación del Dios guerrero. La última estrofa (w . 23-25) celebra la providencia y ayuda divina dispensadas a su pueblo en otras circunstancias diversas, como la invasión de Asiría, la de Babilo nia, otras cautividades, desenraizamiento de la tierra, hostilidad de los samaritanos, privaciones. La conclusión (v. 26) evoca el inicio en una especie de inclu sión. Únicamente que cambia el título de «Dios de los dioses» por «Dios del cielo». Tanto la última estrofa como la conclusión constitu yen argumentos suficientemente sólidos que demuestran que el Salmo es de composición tardía. El título de «Dios del cielo» no es utilizado antes de Neh 1, 4; 2, 4 12. 12 Sal 8; 19; 24, 1-2; 33, 6ss.; 65, 7-8; 95, 4ss.; 102, 26; 104; 135, 6ss.; 136, 5ss.; 146, 6ss.
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