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LA ORACIÓN EN LOS SALMOS (I) 407 la naturaleza y por sus intervenciones salvíficas en la historia de Israel. 2.a Los Salmos de lamentación y súplica que, estadísticamente hablando, son los más numerosos. Esta característica se explica teniendo en cuenta la creaturidad humana. La experiencia universal certifica que son muchos los motivos que el hombre tiene para lamentarse y suplicar: calamidades individuales y colectivas, contra­ tiempos naturales, opresión, enfermedad y angustia, persecución por la fe... De ahí que esta clase se Salmos recoja lamentaciones colec­ tivas e individuales al par que la confianza depositada en Yahvé de ser oído. 3.a Los Salmos de acción de gracias surgen porque, por fortu­ na, el hombre no siempre vive bajo un cielo plomizo. Afortunada­ mente hay días que invitan a la alegría. Cuando el hombre siente cerca de sí la acción de Dios, su providencia y presencia liberado­ ras, tiene motivos sobrados para cantar. En el Salterio se recogen estos sentimientos en explosiones de alabanza y de acción de gra­ cias. Existe en esta clase de Salmos la convicción de que la acción divina, experimentada en la vida, no debe guardarse para uno sólo. Es necesario hacer partícipes a los otros de la propia alegría y de las causas que la provocan. A lo largo de nuestra exposición mencionaremos otros géneros de Salmos, como los llamados históricos, sapienciales y didácticos, proféticos, de bendición y maldición, incluso los draconianos. Esto ocurrirá dentro de los puntos o temas a desarrollar cuando llegue la oportunidad. II. LOS SALMOS EN EL CULTO El presupuesto y la finalidad de la mayoría de los Salmos es describir el encuentro con Dios considerado como presente a través de la teofanía cultual: «Tú te alzarás y tendrás misericordia de Sión, porque ya es tiempo de que le seas propicio; viene ya su tiempo... Cuando reedifique Yahvé a Sión, cuando aparezca en su gloria» (Sal 102, 14.17). En el Salmo citado se invoca la piedad de Yahvé para con su pueblo. En esta ocasión se manifestará reconstruyendo a Sión y a Jerusalén después de su destrucción por Babilonia. El pueblo

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