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LA ORACIÓN EN LOS SALMOS (I) 449 Los Salmos de lamentación y los de acción de gracias reflejan la audición personal impetrada y experimentada. Así expresan la salvación suplicada y agradecida, y que es vista en el amplio marco de la salud comunitaria y situada en la historia salvífica del pueblo de la alianza. De la experiencia sufrida o gozosa surge espontánea­ mente el reconocimiento y la confesión del Dios de la salvación en muchos Salmos. Esta confesión incluye toda la amplitud de la alianza y su celebración en el culto. El orante ha experimentado la revelación de Dios en el culto y, por eso, se siente obligado a manifestarla mediante la frase «voy a narrar todos tus milagros» u otras similares (Sal 9, 2.15; 26, 7; 40, 6; 73, 28; 77, 12-13). Copia­ mos la última cita: «Me acuerdo de las obras de Dios, recuerdo sus antiguas maravillas. Considero tus grandes hechos y reflexiono sobre tus hazañas». El orante individual experimenta en el culto la actualización de la salud del pueblo de la alianza. Ésta la considera y siente como propia; como parte de la realidad actual de la historia salvífica de la comunidad de Yahvé: «Acuérdate de mí, ¡oh Yahvé!, en tu bene­ volencia hacia tu pueblo; visítame con tu socorro» (Sal 106, 4: el «acuérdate» es sinónimo de «realiza en mí»; incluye su confesión per­ sonal en la comunitaria y su acción de gracias en el pueblo de la alianza (Sal 69, 33ss.; 107, 8.15.21ss., 3ss.). La mención de los hechos salvíficos de Yahvé en los Salmos de lamentación y de acción de gracias, que no están en relación directa e inmediata con el orante, se explica desde la inseparable y supues­ ta unión del orante con la comunidad. Lo trataremos en el punto siguiente sobre la «Inseparabilidad del ‘yo’ Y de la comunidad» *\ Felipe F. ramos León ** Continuará en el próximo número de nuestra revista

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