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LA ORACIÓN EN LOS SALMOS (I) 435 mos en pie. ¡Yahvé, ayuda al rey! (Sal 20, 8-10). El sem de Yahvé está presente en el santuario de Sión. La intercesión expresa el deseo de que la ayuda de Yahvé\ su poder protector, que está pre sente en el sem , sea enviado desde el lugar santo como una figura salvadora y preste su asistencia al rey (Sal 18, 7). En una ocasión Yahvé mismo entró en la batalla, con el arca santa (ISam 4, 3ss.; Sal 44, 10); pero ahora debe tomar parte en la batalla desde el lugar donde se encuentra el arca —desde el lugar en que habita el sem. En el Salmo citado se establece un contraste entre los que con fían en los carros de guerra y en los caballos adiestrados para' el combate —las armas letales de la época— y «nosotros», que «invo camos el nombre de nuestro Dios». Este «nosotros» se refiere, segu ramente, a la comunidad que ora y que confía en Yahvé. La fuerza de estas personas es el sem de su Dios. Pero los que confían en los carros de guerra y en los caballos son, evidentemente, las fuer zas extranjeras con las que el rey tiene que enfrentarse «en el día de la angustia». Las armas no sirven para nada. Pero los que confí an en el sem se mantienen firmes en la batalla. Aquí se escuchan las confesiones de fe propias de la «guerra santa». En el AT se conservó siempre la idea de que todas las armas se quiebran ante la presencia del poder de Yahvé (Is 30, 15.17; 31, 1; Zac 4, 6) 47. Los diversos matices y acentuaciones del salterio los tenemos dispersos a lo largo de múltiples Salmos48. Los pensamien tos expuestos tienen como esencial punto de referencia la figura del rey. No defiende el salmista la monarquía como régimen políti co. Lo que sí es necesario tener en cuenta es que, en Israel, el rey tiene una función sagrada y una personalidad que encarnaba la de toda la nación. En virtud de ellos el rey era el intermediario nato entre Dios y su pueblo. La adhesión al rey, la entrega a sus servi cios y la intercesión por el éxito de sus empresas está exigido por lo que acabamos de exponer: él representa el mundo de Dios. Quien confíe en Dios tiene que ayudar al rey. 47 Sal 25, 10; 36, 6 s s .; 40, 10-11; 48, 10-11; 57, 11; 92, 3; 98, 2-3; 100, 5; 103, 6.17; 31, 8; 59, 17; 89, 2.6.15; 7, 18; 11, 7; 22, 32; 35, 28; 71, 15-16.19.24; 97, 6 ; 145, 7, 17. Las citas han sido tomadas de A. W eiser, o . c ., I, p. 33. 48 A. W eiser, o . c., I, p . 132.
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