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434 FELIPE F. RAMOS el que estaré junto a vosotros para ayudaros»). La invocación del nom­ bre de Yahvé en el culto, 2Sam 6, 2, que en la antigua fórmula cano­ nizada reflejaba, además, la unión de la teofanía con la bendición de Yahvé (Núm 6, 27), que es un texto litúrgico, significa que, junto al conocimiento del ser de Yahvé en el marco del pensamiento de la alianza, también tenía lugar la consideración del pueblo como «pue­ blo de Yahvé». Son numerosos los Salmos que alaban el nombre de Yahvé 45. Como puede descubrirse del contexto y del análisis de los textos el «nombre» de Yahvé es sinónimo de otras expresiones como «gra­ cia, fidelidad, clemencia, misericordia, justicia» (naturalmente que, al utilizar esta palabra nos referimos a la justicia «salvífica», en modo alguno a la justicia «punitiva»). Dar «la gloria a su nombre» presupone la superación del politeísmo, de la multitud de dioses, que le son sometidos por su inferioridad; no tienen categoría de Dios: «los seres divinos deben tributar a Yahvé la gloria y el poder» (Sal 29, 1). En lugar de los seres divinos mencionados entra la comunidad cultual que tributa a Yahvé el honor debido y alaban su nombre. El reconocimiento se manifiesta incluso en la parafer- nalia con que se revisten los sacerdotes y demás personas incor­ poradas al culto: «postraos ante él en esplendor sagrado»; dicho esplendor sagrado es una alusión a los sagrados vestidos sacerdo­ tales con que se honra la majestad de Dios en el templo de la tie­ rra, paralelo al del cielo (Sal 96, 9; 110, 3) 46• Como puede descu­ brirse del contexto y del análisis de los textos el nombre de Yahvé es sinónimo de otras expresiones. Ya lo afirmamos más arriba. No menos importantes son aquellas abreviaturas o breves alusiones que, en forma hímnica, expresan todo el acontecimiento de la autorrevelación del ser y de la voluntad divina, que son conside­ rados como una realidad actual. El nombre de Yahvé suena a veces como un clamor de guerra lanzado por el rey: «Algunos (confían) en su carros, y otros, en sus corceles, pero nosotros invocamos el nombre de nuestro Dios. Ellos tropezaron y cayeron, pero nosotros nos levantamos y nos mantuvi- 45 A. W e is e r, o . c ., I, p. 167; A. G o n z á le z , o . c ., pp. 152-155. 46 H.-J. K ra u s , o . c ., I, p. 432; A. W e is e r, o . c ., p. 132.

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