PS_NyG_2002v049n003p0403_0449

LA ORACIÓN EN LOS SALMOS (I) 433 IV. EL NOMBRE DE YAHVÉ El contenido del título anunciado se halla apuntado y exigido por las reflexiones anteriores centradas en el tema tan enigmático como denso de las teofanías. La p roclam ación del nom bre d e Dios se halla frecu en tem en te vinculada a la teofanía. Los antiguos enten­ dían fácilmente este mensaje y su forma de expresión. Hoy, al haberse secularizado la cultura, se ha secularizado Dios con ella. No podía ni debía ser de otra manera. La palabra de Dios llega hoy a nosotros a través de otros cauces, que nosotros hemos creado, lo mismo que los antiguos crearon los suyos. Dios fue creado a ima­ gen del hombre y esta tarea nunca debió haber sido abandonada. En muchos Salmos encontramos diversos vestigios de esta refe­ rencia mutua. Se nos habla de «la gloria de su nombre»: «Tributad a Yahvé la gloria de su nombre, postraos ante Yahvé en su ‘santa apa­ rición’» (Sal 29, 2). El Salmo trata del nombre (= sem , en hebreo), del nombre de Yahvé, de la gloria de su nombre. Si la «gloria» es Dios mismo en cuanto se manifiesta, y de manera sensible o visi­ ble, al menos de algunas manera, la gloria de su nombre le llegaba al hombre bíblico por medio de esta clase de himnos y expresio­ nes. Vivía en un entorno cultural donde esta forma de captación de la divinidad era la corriente. Así nos lo ha demostrado la literatura de Ugarit. En nuestro Salmo subyace muy probablemente un himno fenicio a Baal inmigrado a Canaán y que fue aplicado a Yahvé. Tam­ bién nos hemos referido ya al dios de la tormenta, Baal-Hadad o Adad- Rammán. Al Dios que se hacía presente sobre el arca de la alianza se le daba el nombre de Yahvé (elohe) Sebaot. Y, unida a esta designación, se hallaba el ámbito de la teofanía con la representación de la corte de sus ejércitos celestes (Sal 29; 58, 2; 82; 89, 7ss.; 103, 20ss.). Con el encuentro de Dios en la teofanía se hallaba unido el conocimiento del nom bre de Dios. La unión de la teofanía cultual y del nombre de Dios se encuentra testimoniada en los tiempos más antiguos (ante­ riores a la monarquía, cuando la «tienda de la reunión» todavía no se había fijado a un lugar: 2Sam 7, 4-6; Éx 20, 24). Probablemente se haga referencia a lo mismo en Éx 3, 14. La forma original de la reve­ lación del nombre es la autopresentación (Éx 3, 6.14: Yo soy el que soy; «yo soy el que os demostraré quién soy por lo que haré; yo soy

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz