PS_NyG_2002v049n003p0403_0449

432 FELIPE F. RAMOS se proyecta a una revelación universal. En ella se hallan en perfecta armonía la soberanía universal de Yahvé como rey y lo universal de su creación. El Creador asume su reinado y da a conocer su ley en todo el mundo43. El Salmo 29 ensalza la majestuosa aparición de Dios en medio de la tormenta y describe los efectos de la voz que tiene el sonido del trueno: «¡La voz de Yahvé sobre las aguas! (El Dios majestuoso truena). ¡Yahvé sobre las aguas poderosas! La voz de Yahvé resuena con poder. ¡La voz de Yahvé con majestad!...« (Sal 29, 3-5). Se des­ cribe la teofanía en medio del fragor de la tormenta. Su voz ( = qol, en hebreo) es la voz del trueno, la palabra que retumba majestuosa­ mente. Los himnos dedicados al dios de la tormenta (Adad Rammán, Baal Hadad) nos dan a conocer claramente que en el retumbar del trueno se escuchaba la palabra de poder de la divinidad. Desde el cielo retumba como el trueno la voz de Dios (Sal 68, 34). La manifestación de Dios en medio de la tormenta se convirtió en el AT en elemento esencial de la descripción de una teofanía. La revelación de Yahvé es siempre un acontecimiento. La aparición de Yahvé sucede en el desencadenamiento de una tormenta, en el retumbar del trueno y en el relámpago del rayo. Así es como se señalizan y codifican lo amenazador, lo sobrecogedor y lo subyuga­ dor de la venida de Dios, del «totalmente Otro». Pero jam á s se p r e ­ senta a Yahvé en el AT com o el Dios d e la tormenta. Se trata siem­ pre de una manifestación, de una forma de aparición de la que Yahvé emerge con toda su personalidad, dirigiendo su palabra a los hombres, haciéndoles promesas e imponiéndoles mandamientos 44. En el Salmo 29 la «palabra» con que Yahvé se dirige a los hom­ bres en otros pasajes del AT y les manifiesta su «yo» majestuoso, resuena en este Salmo como la «voz de Yahvé» que retumba en el cielo como el trueno, hace que se estremezca la tierra y llena de pavor a los animales y a los hombres. Tal vez aquí tengamos la conexión e influencia en el salmista del himno cananeo citado del dios de la tormenta. 43 H.-J. K ra u s , o . c ., I, pp. 533-534. 44 Sal 8, 2.10; 22, 23; 29, 2; 33, 21; 48, 11; 66, 2; 68, 5; 76, 2; 99, 3; 100, 4; 106, 47; 111, 9; 113, 1-2; 135, 1.3.13; 145, 1.2.21; 148, 13.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz