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LA ORACIÓN EN LOS SALMOS (I) 431 lidad de miembro del pueblo de la alianza 41. Por otra parte, toda la historia salvífica se halla recogida en el Salmo citado. En sus pala­ bras, el Señor recuerda los motivos por los que el pueblo debía com­ portarse de otra forma: a él le debe su nacimiento, su existencia como pueblo, su supervivencia a lo largo de la historia, la liberación de la terrible y humillante servidumbre de Egipto... pero ya desde entonces ha sido y es un pueblo rebelde. Las consecuencias son terribles: abandonado de Dios y entregado a sus propios caprichos, el pueblo no podrá sobrevivir. En la misma línea tenemos el Sal 111, que canta la grandeza de las obras del Señor. Le faltan adjetivos para calificarlas. Como parece faltarle sustantivos para nombrarlas: las obras del Señor son portentos, son maravillas, son salvación. De toda esta meditación sobre Dios y sus acciones se deduce que de hombres sabios y sen­ satos es respetarlo y honrarlo (literalmente «temerlo»). Israel se ha buscado, a lo largo de su historia, todas las calamidades que le han sobrevenido. Y se las ha buscado por haber sido infiel a Dios y haber pecado contra él, y por no haber confiado ciegamente en el Señor, que tantos y tan maravillosos prodigios ha hecho en su favor a lo largo de la historia pasada. Éste es el mensaje del presente Salmo, una reflexión histórica que pretende justificar el rechazo de Israel y del santuario de Silo y la elección de Judá, de Sión-Jerusa- lén y su templo, y de la monarquía davídica 42. Y, más allá de los destinatarios inmediatos de la evocación de los acontecimientos liberadores de Israel, la teofanía se adelanta a romper las fronteras del particularismo judío. La m an ifestación d e Dios se universaliza. El pacto se amplía para incluir también a las naciones. Es sorprendente que la venida de ese Dios haga coincidir su manifestación cultual y la cósmica. «Gócese el campo y cuanto en él crece, griten también de gozo los árboles del bosque delante de Yahvé, porque él viene, porque él viene para juzgar a la tierra. Él juzga al mundo con justicia, y en su fidelidad a las naciones» (Sal 96, 12-13). Yahvé sale de la particularidad del pueblo elegido de Israel y 41 G. F l o r S e rra n o , L os Salmos, en «Comentario al Antiguo Testamento», II, Casa de la Biblia, Madrid 1997, pp. 467, 464, 493. 42 H.-J. K rau s, o. c ., II, pp. 379-380, 383-385, 443-444.

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